Tuesday, December 09, 2008

Meditando con los santos y beatos del día: S. JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN



Hoy, 09 de Diciembre, celebramos con gozo la fiesta de SAN JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN, quien muriera santamente en el año 1548 en México. Su nombre en su lengua materna significa "guila que habla" ó "el que habla con un guila". Nacido en el año 1474 en este país, en la localidad de Cuauhtitlán, entonces reino de Texcoco, perteneció a la etnia de los chichimecas, fue laico, casado, y vidente de la aparición de la Virgen de Guadalupe. En el año 2002, Juan Pablo II lo inscribió en el libro de los Santos en una solemne y conmovedora ceremonia realizada en el Santuario de Guadalupe en México. Su devoción es muy difusa, no solo en México, sino también en todas las comunidades indígenas de América. Hoy también, con gran gozo, conmemoramos a la BEATA NARCISA DE JESS MARTILLO MORN quien muriera santamente en un día como ayer, 8 de Diciembre del año 1869, en la ciudad de Lima, en Perú. Nacida en 1832 en Ecuador, en la localidad de Nobol, fue laica dedicada a la oración, trabajo manual y caridad apostólica. En 1992 Juan Pablo II la declaró Beata. Sus restos, trasladados en 1955 a Guayaquil, permanecen ahora en su pueblo natal. Unidos pues a las Iglesias de México y Ecuador, brindemos nuestro sincero aplauso a San Juan Diego y a La Beata Narcisa De Jesús.


Meditación

QUERIDO JUAN DIEGO: De solo pensar que has podido ver a la virgencita del Tepeyac, ya se nos llenan los ojos de lágrimas de alegría. Esta visión fue el inicio de la evangelización de los más pobres, de los más humildes, de los indígenas. La virgencita, apareciéndose a ti, un humilde indígena, estaba mostrando su predilección, por las etnias muchas veces mal miradas y menospreciadas por los occidentales. Cuando en tu "tilma" con la imagen estampada de María, llevaste al obispo la confirmación de que sí era la Virgen la que se te aparecía y te pedía que se construyera un templo, ahí ya no hubo duda del gran amor que ella mostraba por América y por sus indígenas. Pero no solo el obispo tuvo sus dudas sobre la aparición, sino también la Iglesia durante mucho tiempo. Todas estas dudas quedaron resueltas con esa tilma que sorprendió al obispo, y que sigue sorprendiendo al mundo entero que se reúne en la gran basílica para honrar a la hermosa señora que se te apareció. San Juan Diego, tu has surgido desde las profundidades de la cultura, de la historia y del tiempo, ayúdanos a creer y confiar en la Virgen, así como tu lo hiciste
Radio Vaticano

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