Monday, December 01, 2008

Hace frío... Y Dios nos visita


Hace frío y el inverno promete ser duro. De todos modos, no creo que sea más duro para nosotros que estamos abrigados, con calefacción y con un plato de comida caliente en nuestra mesa.



La crisis ha dejado de ser un tópico o una palabreja que algunos se negaban a pronunciar, y ya es una cruda realidad que nos está mostrando los dientes, y dicen que aún no ha llegado lo peor.


La vemos avanzar día a día a paso de gigante, y cebarse sin piedad con el hambre, el frío y el abandono de los más pobres. Me impresiona la imagen de la gente revolviendo en los contenedores de los supermercados, y la cantidad de personas que vienen cada día a pedir algo para comer. Muchos de ellos, -en el caso de mi Convento- la mayoría de los que vienen son de este País, no tienen casa y cobran una paga mínima, o ni siquiera eso; muchos dicen que viven en un “agujero” o en la “fabrica nueva”. Están sucios, no tienen donde lavarse la ropa, y cada día se les nota más tristes; la mayoría han perdido a sus seres queridos por desengaños, por el alcohol, o simplemente por la miseria.


La liturgia de estos días nos hablaba de los últimos días, eran lecturas apocalípticas, de “revelación”, y hoy ya se nos invita a estar vigilantes, a pensar que vendrá el “dueño de casa” y que seguramente tenemos cuentas que arreglar, asuntos pendientes, y polvo que quitar, porque se nos pegó en el camino


Jesús viene, ¿sabremos reconocerle en estos hermanos que pasan frío, hambre, y que están abandonados? ¿Lo reconoceremos en esta Navidad en los rostros cansados y sin ilusión? ¿Seremos capaces de atenderle y escucharle en estos hermanos hambrientos de pan, de comprensión, de escucha y de abrigo? ¿Descubriremos sus rasgos de “Dios humanado” en el rostro de los “pequeños”, de los olvidados, de los marginados, de los que no cuentan?
No basta defender a capa y espada “la teoría de su mensaje”. Si le ignoramos allí dónde Él quiso encarnarse, donde Él quiso poner su tienda en esta tierra, seguramente el día del juicio, no nos reconocerá, porque Él quiere estar y se nos manifiesta en los que tienen hambre y nos piden de comer; en los tienen sed, y nos piden que les saciemos; en los que están desnudos y nos piden vestido; en los que están presos o en las cárceles y esperan nuestra visita, etc…


El tiempo de “crisis” nos abre los ojos para descubrirle presente en medio nuestro. En “ellos”, nos ha dejado su presencia viva, palpable y real; ¡tan real como la eucaristía! que es el pan que se parte y se reparte, “en memoria suya”; y con ellos tenemos que compartir el Pan, compartir a Jesús. Si no lo hacemos, tal vez tengamos que oír que se nos dice que no “tenemos parte en su Reino”, en el Banquete que el Padre ha preparado desde la eternidad para todos los que le aman.
Adviento, tiempo de esperanza, el Mesías está a la puerta y llama, ¿le abriremos? ¿le sabremos acoger? ¿le reconoceremos en sus predilectos?


La Navidad está cerca, ¡lo anuncian los pobres que nos piden un lugar para “nacer”, para vivir!, y ese anuncio es real y no engañoso como el de las luces de colores del Corte Inglés o aquellos que han planeado cómo encandilarnos para hacernos caer en las garras del consumismos y la indiferencia.


Feliz adviento, velemos y oremos, y sobre todo agudicemos los ojos del corazón para reconocerle y dejarle entrar en nuestras vidas.



Sor Lucía Caram O.P

Del blog "Sintonía cordial"

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