Sunday, February 08, 2009

El Ángelus de Benedicto XVI: la mayor enfermedad es la ausencia de Dios

Domingo, 8 feb (RV).- El Santo Padre Benedicto XVI ha presidido esta mañana, como cada domingo, el rezo mariano del Ángelus durante el que ha recordado que el próximo 11 de febrero se celebrará la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María de Lourdes, y la Jornada Mundial del Enfermo. Pero una vez más el Pontífice ha dirigido su pensamiento a las poblaciones afectadas por conflictos.


En esta ocasión ha invitado a los fieles a unirse a la jornada de oración establecida por los obispos de Madagascar, en favor de la reconciliación y la justicia social en la isla: "Muy preocupado por el periodo particularmente crítico que el país está atravesando, os invito a uniros a los católicos de Madagascar para confíar al Señor los fallecidos en las manifestaciones y para invocarle, por intercesión de María Santísima, el regreso a la concordia de los ánimos, y la vuelta a la tranquilidad y a la convivencia civil".


En su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, el Pontífice se ha centrado en el Evangelio de hoy que narra la curación realizada por Jesús a numeroros enfermos tras haber predicado en la sinagoga. El Papa ha subrayado que estos pasajes dedicados a la curación son frecuentes en la misión pública de Cristo, lo que nos lleva a reflexionar sobre el sentido y el valor de la enfermedad.


Esta reflexión recobrará mayor significado el próximo miércoles, memoria de la Bienaventurada Virgen de Lourdes y Jornada Mundial del Enfermo. Precisamente ese día el Papa se reunirá con varios enfermos en la Basílica de San Pedro tras la Santa Misa que presidirá el cardenal Lozano Barragán, presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud: "Desde ahora aseguro mi bendición especial a todos los enfermos, a los trabajores sanitarios y a los voluntarios en todas las partes del mundo".


Benedicto XVI ha dedicado su alocución previa al rezo mariano del Ángelus a analizar el significado de la enfermedad, porque aunque ésta forma parte de la experiencia humana, nunca logramos acostumbrarnos "no sólo porque a veces es realmente grave, sino porque esencialmente estamos hechos de vida". Ante las dudas que pueden surgir en el momento de una enfermedad, el Papa ha invitado a encontrar la respuesta en el Evangelio.


"Jesús no da lugar a dudas: Dios –del que Él mismo nos ha revelado el rostro- es el Dios de la vida, que nos libera de cualquier mal. Los signos de esta potencia de amor son las curaciones que cumple: demuestra de este modo que el Reino de Dios está cerca, devolviendo a los hombres y mujeres a su plena integridad de espíritu y cuerpo. Quiero decir, que estas curaciones son signos que nos guían hacia el mensaje de Cristo, hacia Dios, y nos hacen comprender que la verdadera enfermedad del hombre es la ausencia de Dios, el manantial de su verdad y de amor. Solamente la reconciliación con Dios nos dona la verdadera curación, la verdadera vida, porque una vida sin amor y sin verdad, no es vida. El Reino de Dios es precisamente la presencia de verdad y de amor y de este modo es curación de la profundidad de nuestro ser".


"Gracias a la acción del Espíritu Santo, la obra de Jesús se prolonga en la misión de la Iglesia. Mediante los Sacramentos es Cristo quién comunica su vida a multitud de hermanos y hermanas, mientras cura y conforta a innumerables enfermos por medio de tantas actividades de asistencia sanitaria que las comunidades cristianas promueven con caridad fraterna".


Recordando después a todos los que trabajan al lado de los enfermos, Benedicto XVI ha pedido la oración para todos los enfermos: para que puedan "sentir la potencia del amor de Dios y la riqueza de su gracia que salva".


Y tras el rezo mariano del Ángelus y el responso por los fieles difuntos, el Santo Padre ha saludado a los presentes en varios idiomas, recordando en francés su viaje del pasado año a Francia y a Lourdes. En español, éstas han sido sus palabras:"Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española. El evangelio que se ha proclamado este domingo nos presenta a Jesucristo envuelto en una intensa labor apostólica, sin que por ello su profunda vida interior se vea mermada. Ambas cosas, la actividad del Hijo de Dios y su plegaria, son actos de su amor y entrega a sus coetáneos. Que la Santísima Virgen María nos ayude a todos los miembros de la Iglesia a actualizar este sentido misionero, que combina el trabajo y las ocupaciones con una continua vida de unión con Dios. Muchas gracias y feliz domingo".


Ecclesia

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