Sunday, February 15, 2009

El Evangelio de hoy/


Cuenta Agustín Udías en La Razón que en este Año de la Astronomía, no está de más recordar la deuda de esta ciencia con la Compañía de Jesús, fundada en 1540 por Ignacio de Loyola. Christopher Clavius, jesuita profesor de Matemáticas en el Colegio Romano desde 1564, fue tenido en gran estima por Galileo, que buscó su aprobación. Clavius participó en la reforma del calendario que actualmente usamos, promovida por el papa Gregorio XIII, y extendió el estudio de Matemáticas y Astronomía en los colegios jesuitas en toda Europa.

Su sucesor, Christopher Grienberger, introdujo el montaje ecuatorial del telescopio y empezó un programa de catálogo de estrellas localizadas por telescopio. Scheiner y las manchas solares Christopher Scheiner, profesor en la Universidad de Ingolstadt, publicó en 1630 su obra sobre el sol, siendo uno de los primeros en estudiar las manchas solares, tema sobre cuya prioridad mantuvo una controversia con Galileo.

Johann Cysat, en 1618, fue uno de los primeros en estudiar un cometa utilizando el telescopio y en observar en 1630 el tránsito de Mercurio por el disco solar. En 1651, Giovani Battista Riccioli publicó su obra monumental de astronomía «Almagestum Novum», con uno de los primeros mapas de la Luna, cuya nomenclatura se mantiene hoy en parte. Los tránsitos de Venus por delante del disco solar en 1761 y 1769 fueron estudiados por Laurent Beraud en Lyon y por Maximilian Hell desde Laponia, invitado por el rey de Dinamarca.

En China, el jesuita Adam Schall fue director del Observatorio Imperial, con rango de mandarín de primera clase en 1644 y llevó a cabo la reforma del calendario chino. Entre sus sucesores destaca Ferdinand Verbiest, director entre 1669 y 1688, que escribió más de veinte libros de astronomía en chino y reformó el observatorio . En Pekín aún conservan los instrumentos que construyó. Hasta 1773, el Observatorio Imperial fue dirigido por los hijos de san Ignacio de Loyola.

El espectro de las estrellas

En época moderna destaca Angelo Sechi, que en 1864 estableció la primera clasificación del espectro de las estrellas sobre la que se basa la utilizada actualmente. Johann Hagen, el primer jesuita director del Observatorio Vaticano, publicó un atlas de estrellas variables en seis volúmenes basado en sus propias observaciones. Sus sucesores Johan Stein y Daniel O¿Connell participaron en el proyecto internacional de la Carta del Cielo. Entre los miembros de la Real Sociedad Astronómica de Londres desde 1841 al presente se cuentan 31 jesuitas.
La prestigiosa Royal Society de Londres tuvo cuatro jesuitas entre sus miembros: Roger Boscovich (1765), Martin Poczobut (1771), Sechi (1856) y Stephen Perry (1874).
En el catálogo topográfico de la Luna de la institución norteamericana National Air and Space Museum (NASM) aparecen 32 cráteres con nombres de jesuitas. Entre ellos destacan los de Boscovich, Clavius, Cysat, Fenyi, Grimaldi, Grienberger, Hagen, Hell, Riccioli, Ricci, Scheiner, y Sechi. A éstos hay que añadir otros menos conocidos. En el mapa de H.P. Wilkins y P. Moore («The Moon: a complete description of the surface of the Moon, 1961») aparecen además los nombres de dos jesuitas españoles, Luis Rodés y Antonio Romañá, directores del Observatorio del Ebro.
La mayoría de los mapas de la Luna se basan en el de Riccioli y Grimaldi (1651), el primero en que se da nombre a los cráteres. Ellos les pusieron nombres de astrónomos, incluyendo jesuitas. De esta forma han quedado inmortalizados en la superficie de la Luna los astrónomos de la Compañía de Jesús.
RD

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