Inseguridades, complejos de inferioridad, sentimientos de culpa…
El día en que me asomé al pozo y vi mi imagen perfecta en el agua profunda, dí un salto:
¡Caramba, si soy una maravilla! ¡Y yo sin saberlo!
La mente tiene la culpa del ruido, de las interferencias entre el ser que creo ser y el ser que soy.
Allí, al fondo el pozo, soy guapo, un yo feliz, no-dependiente, libre.
EL NENE Y EL TÚNEL
Entre el yo pequeño (el personaje) y el yo auténtico (llamémoslo yo real) hay un túnel que es el subconsciente o almacén de impresiones con frecuencia negativas consecuencia de tanto pensar mal.
Por eso algunos, cuando intentan silenciarse, lo pasan peor y dicen: “Prefiero drogarme con lo de fuera a enfrentarme conmigo” y se hunden en el torbellino del consumo, la vida epidérmica, el trabajo, las puras sensaciones, la velocidad.
El subconsciente no es el yo auténtico.
El subconsciente es como un niño pequeño, al que no se puede corregir directamente. “Nene, come. Nene, no des la lata”. El nene se rebela, hace entonces exactamente lo contrario. Al niño hay que distraerlo con otra cosa para que coma.
Ni caso. No intentes controlar ese ego con la mente consciente. A base de puños no se consigue nada. Al toro hay hay que darle un quiebro de un capotazo.
Un mantra, una jaculatoria repetida, una frase en positivo, estar atento a las respiraciones ayudan a veces al saltar el túnel del subconsciente y conectar con el yo real.
Sé incluso de algunos que se afeitan o se lavan los dientes “ a cámara lenta”, muy atentos a cada pequeña operación, para que “el nene”, el subsconciente, no les dé la tabarra.
Pedro Miguel Lamet sj
Del blog "El alegre cansancio"
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