Saturday, February 21, 2009

El padre Damián será santo en octubre


El mártir de la lepra será canonizado en Roma
La Santa Sede ha anunciado hoy, 21 de febrero, que la canonización del Beato Damián de Molokai, misionero de la Congregación de los Sagrados Corazones, acontecerá el próximo 11 de Octubre en la Plaza de San Pedro de Roma.

Desde el pasado 3 de julio, en que se promulgó el decreto relativo al milagro atribuido al Beato Damián, había una gran expectación en torno a la fecha y lugar de la canonización del conocido como el Apóstol de los leprosos.
Nacido en Tremelo (Bélgica) en 1840, José de Veuster ingresa en la congregación de los Sagrados Corazones y con 23 años se marcha de misionero a las islas Hawaii. Diez años más tarde se ofrecerá como voluntario para ir a la leprosería de Molokai, donde transformó la vida de los enfermos de lepra, como un auténtico precursor de las actuales ONG, devolviéndoles la dignidad y compartiendo con ellos la vida, hasta contagiarse de la enfermedad y morir el 15 de abril de 1889. En 1995 el Papa Juan Pablo II lo declaró beato.
Aunque Damián no pasó nunca por España, existe aquí una enorme devoción por él, a raíz de la labor de difusión de la congregación de los sagrados Corazones y de su revista, Reinado Social (hoy denominada 21rs), así como por el extraordinario influjo que tuvo la película biográfica “Molokai, la isla maldita”, que protagonizada por Javier Escrivá, batió récords de recaudación y espectadores en la década de los sesenta.
El ex Primer Ministro de los belgas, Yves Leterme, ha expresado que esta canonización manifiesta el más alto reconocimiento público de “la generosidad ilimitada, válida para creyentes y no creyentes, para Occidente y el Sur, para los enfermos y los sanos. Un reconocimiento que es fuente de inspiración y de consuelo para muchos de nosotros”.
Para el Superior General de los Sagrados Corazones, Javier Álvarez-Ossorio, “Damián será para nosotros un maestro, alguien de quien aprender a ser verdaderamente humano y cristiano, un desafío dirigido a nuestras eventuales faltas de entusiasmo y de generosidad, un estímulo para nuestro deseo de servir. La entrega misionera, el despojo de uno mismo, la fe recia y valiente, el amor a los pobres sin componendas, no deberían ser elementos del ‘heroico pasado misionero’ de nuestra Congregación y de la Iglesia, sino dones que humildemente pidamos y trabajemos en el presente”.
El Cardenal Amigo Vallejo afirma que el P. Damián es “el auténtico modelo de cristiano, el hombre que da la vida por los demás”. Considera el Arzobispo de Sevilla que “Dios, a cambio de esa desmesurada entrega a los otros, le había concedido el don de la alegría. Así tendría que mostrase siempre. Y éste es el rostro que nos ofrece, inalterable, el Padre Damián. Atrayente entre los más atractivos. Su heroísmo no distancia sino que fascina y embelesa. Tiene la fuerza de la ejemplaridad que arrastra. Nunca un leproso ha sido tan admirado y querido”.
En nombre de los obispos de Bélgica, el Cardenal Danneels, Arzobispo de Malinas-Bruselas, ha agradecido a Benedicto XVI “el don para la Iglesia” de la canonización del Beato Damián y ha declarado que “el apóstol de los leprosos es todo lo contrario a un santo de porcelana”. El purpurado belga espera que “la generosidad de este gran compatriota igualmente sople sobre Bélgica un viento de solidaridad hacia todos nuestros leprosos de hoy: hombres y mujeres sin refugio, sin papeles, sin empleo, sin tierra, sin esperanza...”.
Breve biografía del Padre Damián (1840-1889)
José de Veuster, nombre de pila del futuro Damián, nació en Tremeloo (Bélgica) en 1840. Hasta los 19 años vive con sus padres, en ambiente campesino y allí, junto a su fortaleza física, se va desarrollando su personalidad y su vida de fe. El destino de su breve vida sólo se explica por su apasionamiento por descubrir lo que Dios podría esperar de él. Profesa en la Congregación de los Sagrados Corazones y pide ser enviado a las misiones de las Islas Hawaii a los 23 años.
Ordenado allí sacerdote, evangeliza en la isla grande de Hawaii, durante 9 años, a pequeñas agrupaciones de nativos, dispersos en amplios territorios volcánicos.
A sus 33 años, se ofrece voluntario para permanecer en la colonia de enfermos de lepra, confinados desde hacía 7 años en una pequeña península de la isla de Molokai, cárcel natural aislada por el mar y las montañas. Los enfermos, que morían casi a diario, eran sustituidos por otros leprosos a quienes, desde otras islas, se forzaba a encerrarse en Molokai.
Desde el comienzo se identifica totalmente con la situación, y se dirige a ellos con la expresión “Nosotros, los leprosos”. Trabaja agotándose por aliviar físicamente y consolar religiosamente a centenares de enfermos, que así pueden vivir con serenidad y morir con esperanza. Sus precauciones iniciales, van sin duda relajándose por la costumbre, la amistad, la necesidad, hasta que, tras 11 años de convivencia, él mismo es contagiado por la lepra.
Durante 4 años la enfermedad corroe su cuerpo, pero no le impide declararse el misionero más feliz del mundo. Tampoco logra doblegarle, pareciendo que hubiera querido morir de pie. Hasta que en 1889, a los 49 años, muere enfermo de lepra, satisfecho de que su obra quedaba consolidada con refuerzos de última hora de religiosos y religiosas. "Ya no soy necesario", decía, muriendo lleno de consuelo quien había trabajado en la casi más absoluta soledad.
El 4 de junio de 1995, domingo de Pentecostés, fue beatificado en Bruselas por el Papa Juan Pablo II.
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