Sunday, February 08, 2009

La homilía de Betania: EVANGELIZAR Y SERVIR

Por José María Martín OSA

1.- Presentar nuestro corazón lleno de nombres. Job expresa sus sentimientos a corazón abierto. Sus palabras podrían firmarlas muchas personas de nuestro tiempo. No son precisamente una oración, pero lo parecen. Hay mucho en común entre la plegaria y la queja del que ya no puede más. Es otra manera de orar: ir hasta el borde de las situaciones y no negar lo que uno ve, lo que una y otra vez la experiencia nos muestra. La fe no niega lo que vemos, solo nos invita a no detenernos demasiado en lo que daña y a poner nuestros ojos en el Señor. Job deja en evidencia a los amigos incapaces de acompañar en situaciones tan dolorosas. Están demasiado preocupados por justificar la situación, tienen una imagen muy hecha de Dios y de la espiritualidad… todo tiene que cuadrar con lo aprendido. Olvidan que la vida es puro aprendizaje. Y que Dios o está en la vida o no es Dios. La teología que defiende a Dios a costa del hombre no es evangélica. Dios está a favor del hombre, por eso hemos de confiar en El, pues tiene razones que nosotros desconocemos. En un libro del hermano Roger he encontrado esta frase: “a veces, en situaciones exigentes, el ser humano llega a ser plenamente él mismo”. Job es uno de ellos. ¡Como tantos hoy! El pasaje del Libro de Job, es la meditación del hombre probado por el dolor y en diálogo con Dios: El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días son los de un jornalero; como el esclavo suspira por la sombra, como el jornalero aguarda su salario... La vida del hombre es como un soplo, pasa rápidamente, pero tiene sentido si hemos llevado una vida de servicio y al final podemos presentar ante Dios un corazón lleno de nombres, de las personas que hemos amado y hemos servido.



2.- Pasión por el anuncio del Evangelio. Celebramos los 2000 años del nacimiento de San Pablo, el “apóstol de los gentiles”. Hoy proclama rotundamente: ¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio! La Palabra de Dios es fuego dentro de El y no puede dejar de anunciarla. Él era plenamente consciente de su gran responsabilidad. A él se le confió ese oficio sin beneficio. Y así lo dice explícitamente: mi misión es dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, haciéndome esclavo de todos para ganarlos a todos. Causa siempre emoción volver a esta página suya, de la I Carta a los Corintios. La escribió como un desahogo, y para su justificación ante los fieles de Corinto: “El hecho de predicar no es para mi motivo de orgullo; no tengo más remedio y ¡ay de mí, si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por mi gusto, eso sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado”. La historia nos habla de los trabajos, fatigas, contradicciones y persecuciones de este gran evangelizador, hecho por el Señor luz de las naciones para llevar a todos el mensaje de la salvación. Un ejemplo admirable, pero también imitable. ¿Y nosotros? Su entusiasmo por el anuncio del Evangelio también me corresponde a mí, como sacerdote, como cristiano, como responsable de una fe que sólo se conserva y se acreciente comunicándosela a los demás. Me agrada que este domingo San Pablo nos diga “me he hecho todo a todos” A la vez defiende su libertad, la que le permite servir a los otros, débiles o rebeldes. San Pablo anuncia el Evangelio de la libertad ante intereses particulares. Intenta el diálogo con la diferencia: “Porque, siendo yo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos. Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes”. ¡Qué todos nosotros, sacerdotes y laicos, adultos y jóvenes, religiosas y mujeres del mundo, sepamos imitar este ejemplo, para servir los intereses del Reino de Dios, proclamando siempre el Evangelio, en cualquier ocupación o puesto que tengamos en la vida!



3.- “Se levantó y se puso a servirles” A Jesús lo vemos hoy en la casa de un amigo, ayudando a que una mujer sea ella misma. Da su mano para que esa mujer pueda ponerse de pie y valerse por ella misma. La respuesta de ella será ir más lejos, ponerse a servir. El final del día encontramos a Jesús sanando a otros enfermos. Estará entre los excluidos a causa de su enfermedad… escuchando quejas… plegarias como lamentos… voluntariamente se sitúa en el lugar por donde pasa la vida doliente. Dios en Jesús ha elegido el lugar social carente de esperanza, más sometido a prueba. Quiere dignificar la vida. El relato de Marcos tiene una viveza admirable. En su misma brevedad, conserva toda su frescura: ni sobra ni falta un detalle; es un buen modelo de información periodística: La suegra de Simón estaba en cama con fiebre y se lo dijeron enseguida. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Los Padres de la Iglesia, al comentar este texto suelen fijar su atención en dos de las expresiones que aquí se encierran: Jesús "la levantó"; ella "se puso a servirles". El primero de estos verbos: "levantarse" les recuerda el misterio de la resurrección. Jesús se "levantó" del sepulcro. Jesús "ha resucitado". La otra expresión se refiere al servicio. . La mujer suegra de Pedro es una de las figuras del Evangelio que, con su actitud, nos recuerdan a dónde debe llevarnos la fe, la gratitud y el amor de Jesucristo. No se contenta con ser librada de la fiebre, se pone inmediatamente al servicio de Cristo: “Le servía con sus manos, le servía con sus pies; andaba de acá para allá, y veneraba a aquél que la había curado. Sirvamos también nosotros a Jesús (San Jerónimo, Coment. in Marc. 2).



4.- Combatir el hambre, tarea de todos. Donde está Jesús hay vida, crece la vida, se lucha por la vida. Esto es lo que descubre, con gozo, quien lee esta página de Marcos o recorre todo su evangelio. Se encuentra con ese Jesús que cura a los enfermos, acoge a los desvalidos, perdona a los pecadores, sana a los poseídos por espíritus malignos, se preocupa por quienes tienen fiebre… Donde está Jesús hay amor a la vida, interés por el ser humano, pasión por la liberación de todo mal. No olvidemos nunca que la imagen primera que nos ofrece el relato evangélico es la de un Jesús que cura y sana, atento a los males y dolencias de los demás, un hombre que difunde la vida y restaura lo que está enfermo. Por eso encontramos siempre a su alrededor los desheredados de la humanidad: poseídos, enfermos, leprosos, paralíticos, ciegos, sordos, marginados…, personas a las que les falta vida. Jesús humaniza, libera, devuelve la alegría y vida a todos. Jesús siente pasión por la vida, y desde la cruz nos enseña a llevar las nuestras. Quiere que sintamos su presencia amorosa en nuestro dolor para que se convierta en Vida. En esta jornada de la “Campaña Contra el Hambre” de Manos Unidas debemos ser conscientes de que “Combatir el hambre es proyecto de todos. Nuestro compromiso brotará de la experiencia de Jesucristo. Por eso tenemos que poner siempre atención a dos peligros, contra los que hoy mismo nos previene el ejemplo de Jesucristo: El olvido de la oración y del trato íntimo con El. Jesús no lo olvidó nunca, después de una jornada agotadora “se marchó al descampado y se puso a orar”.

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