Saturday, February 21, 2009

La Legione está a la deriva. Traicionada por su fundador

Nuevas revelaciones sobre la vida del padre Marcial Maciel. No sólo culpable de abusos sexuales, sino también con una amante y una hija. Los Legionarios de Cristo corren el riesgo de sufrir un vuelco. Hay quien pide un visitador apostólico. O una intervención directa del Papa
por Sandro Magister

ROMA, 16 de febrero del 2009 – Desde hace unos doce días una insólita circula entre los 800 sacerdotes y los 2500 seminaristas de la congregación de los Legionarios de Cristo, así como entre los 65 mil miembros laicos del movimiento de apostolado Regnum Christi, presente en 30 países del mundo.


La carta es del superior general de la congregación, el padre Álvaro Corcuera. En ella, escribe que "estamos viviendo unos momentos de dolor y sufrimiento". Y pide perdón a todos.


En el origen de este sufrimiento está el fundador de los Legionarios y de Regnum Christi, el padre Marcial Maciel Degollado (en la foto), muerto hace un año a los 88 años de edad y sepultado en México en su pueblo natal, Cotija de la Paz.


En su carta, su sucesor Corcuera reconoce "todo el bien" realizado por el fundador: "Muchas personas hemos recibido de Dios, a través del carisma que nos transmitió, lo que ha dado sentido a nuestras vidas".


Pero inmediatamente después escribe:


"También es verdad que fue un hombre y que estos temas que nos han dolido, sorprendido – y que creo no podemos explicar con nuestro entendimiento – ya están en el juicio de Dios.".


Ni una palabra de más, en la carta, sobre los "temas" aludidos. Pero entre los Legionarios y en Regnum Christi ya todos lo saben: el padre Maciel tuvo una hija, una joven que ahora tiene poco más de veinte años y vive en España, nacida de una relación no esporádica sino continua del sacerdote con una amante suya.


La noticia no ha llegado de afuera pero ha sido verificada por una investigación interna y secreta. Y se ha precipitado con inaudita fuerza destructiva sobre una congregación sacudida por un anterior terremoto también determinado por la conducta del fundador.



* * *

El epílogo de este anterior terremoto se remonta a mayo del 2006, cuando la congregación para la doctrina de la fe, con la aprobación declarada del Papa Benedicto XVI, obligó al padre Maciel – que ya se había retirado pocos meses antes como superior general de los Legionarios – a dedicarse a "una vida reservada de oración y de penitencia, renunciando a todo ministerio público". Por su edad avanzada y su salud inestable, se le ahorró el proceso canónico. Pero su culpabilidad fue reconocida de hecho: el padre Maciel había realizado abusos sexuales con varios de sus jóvenes discípulos, en el lapso de algunas décadas.


Tanto el padre Maciel como los nuevos dirigentes de la congregación obedecieron a la sentencia. Pero jamás admitieron públicamente la verdad de aquellas culpas.


Pero hoy que a esas culpas se les han sumado otras, ellos declaran que las consideran verdad. En los primeros días de febrero, los portavoces de los Legionarios las admitieron varias veces. En los Estados Unidos, Jim Fair confirmó al "New York Times" que "hemos venido a saber de algunos aspectos de la vida del padre Maciel que son muy difíciles de entender, aspectos que no son apropiados para la vida de un sacerdote". Y en Roma el padre Pedro Scarafoni, ex rector del "Regina Apostolorum", su ateneo pontificio, ha declarado al cotidiano de la conferencia episcopal italiana, "Avvenire": "El descubrimiento de esto aspectos desconcertantes ha sido sin duda doloroso. Pero esto no quita nada a la obra fundada por el padre Maciel que, si acaso, es la demostración de cómo es Señor se sabe servir también de instrumentos imperfectos".


En estas últimas palabras se entrevé toda la cuestión seria que ahora incumbe sobre los Legionarios: el terror que la indignidad del fundador arrase la toda la obra.


* * *

Ya después de la sentencia del 2006 tanto los Legionarios como la Santa Sede habían hecho lo posible por separar las suertes del padre Maciel de la de la congregación y el movimiento por él fundados.


Pero la empresa fue ardua, en una comunidad fuertemente ligada desde los orígenes a la figura del fundador: seguido, imitado y casi venerado por décadas como un modelo de extraordinaria virtud para todos y para cada uno.


Hoy, luego del descubrimiento de ulteriores comportamientos indignos, la empresa se ha hecho más difícil todavía.


El padre Corcuera, el actual superior general, en la carta difundida en los días pasado ha lanzado un llamado a "ver todo esto desde la perspectiva del Corazón de Jesús" y a "mirar adelante, no detenernos y no cansarnos de hacer el bien".


Pero su autoridad esta profundamente sacudida. El padre Corcuera ha sido siempre muy cercano al fundador. Los desaciertos realizados por este último durante décadas reverberan inexorablemente sobre él, así como sobre otros dirigentes de la congregación.


Por lo tanto, también por motivos de historias personales, la congregación de los Legionarios de Cristo ya no parece tener en sí la capacidad de autoregenerarse.


Algunos sacerdotes que en la congregación gozan de alta estima – Thomas Berg, Richard Gill y Thomas Williams – no ven otra solución que una intervención de autoridad de la Santa Sede.


El padre Berg, que es director del Westchester Institute for Ethics and the Human Person, ha difundido una carta abierta en la cual denuncia el derrumbe general de confianza en los superiores de la congregación y augura la llegada de un visitador apostólico nombrado por Roma, que asuma el comando, determine las responsabilidades de todos e imponga las reformas necesarias para salvar cuanto hay de bien y cortar el mal.


Si eso ocurriese, sería la congregación vaticana para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, actualmente presidida por el esloveno Franc Rodé, la que nombraría el visitador y haría seguimiento a sus indicaciones.


Pero hay quien no se confía de una curia vaticana que hoy – el caso de los lefebvrianos – está dando una pésima prueba de sí; y que en el caso específico, desde que en 1998 la conducta del padre Maciel terminó bajo observación, ha obrado repetidamente más para obstaculizar las investigaciones que para aclararlas.


Para superar las últimas resistencias, en el 2006, para obligar al padre Maciel a retirarse a una vida penitencial fue necesario una orden directa de Benedicto XVI. El secretario de estado de entonces, el cardenal Angelo Sodano, defendió al fundador de los Legionarios hasta el extremo.


¿Y hoy de nuevo, con mayor razón, sólo el Papa en persona podrá salvar lo salvable? Es lo que piensa un intelectual católico famoso, gran estimador de los Legionarios de Cristo, el americano George Weigel, miembro del Ethics and Public Policy Center de Washington. Lo ha escrito en una nota publicada el 9 de febrero en la edición on line de "First Things", la más "ratzingeriana" de las revistas católicas de los Estados Unidos.


A juicio de Weigel sólo una personalidad fuerte, que sea nombrada directamente por el Papa y que responda sólo a él, podrá obrar con buenas esperanzas para una regeneración de los Legionarios de Cristo y "para el bien de toda la Iglesia católica".

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El sitio web en varios idiomas de los Legionarios de Cristo, con la carta difundida el 5 de febrero del 2009 por el superior general, el padre Álvaro Corcuera:

> Legionarios de Cristo

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La carta difundida el 8 de febrero del 2009 por el sacerdote de los Legionarios de Cristo Thomas Berg entre los miembros del movimiento laical ligado a ellos, Regnum Christi:

> "To my beloved Regnum Christi Family..."

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La nota de George Weigel en "First Things" on line del 9 de febrero del 2009, con la solicitud de una intervención directa del Papa:

> Saving What Can Be Saved

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El servicio de www.chiesa del 19 de mayo del 2006 sobre la sanción de la Santa Sede al padre Marcial Maciel: > Fine della storia per il fondatore dei Legionari di Cristo

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Para encontrar los otros servicios anteriores de www.chiesa sobre los Legionarios de Cristo ir a esta página:

> Focus a los MOVIMIENTOS CATÓLICOS

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Traducción en español de Juan Diego Muro, Lima, Perú.

SANDRO MAGISTER

Chiesa

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