Sunday, March 22, 2009

La homilía de Betania: ES DIOS QUIEN NOS BUSCA

Por José María Maruri, SJ


1.- No es el hombre el que busca a Dios, es Dios el que busca al hombre. Nos acaba de decir San Pablo que cuando estaba el hombre perdido en la jungla del pecado sin norte, ni brújula, en la miedosa oscuridad de árboles, lianas y musgo, nuestro Padre Dios envía a su Hijo a buscarle, a tratar de convencerle, a sacarle de la tiniebla. Hojeando el evangelio se da uno cuenta de qué verdad es que ha sido Dios el que ha buscado al hombre.


**No es la oveja extraviada la que busca al Pastor es el Pastor Bueno el que abandona a las 99 para ir en busca de una, ese Dios mal comerciante que prefiere el uno por ciento con riesgo que el 99 por ciento seguro.

**No buscó la adultera a Jesús, el Señor esperaba, aquella mañana de primavera la llegada de aquella pobre mujer para decirla que Él no ha venido a juzgar al mundo sino a dar la paz y la salvación.

**Sentado en el brocal del pozo espero Jesús la llegada de la Samaritana, casada, divorciada y arrejuntada siete veces

**No corrió Mateo al encuentro de Jesús desde la Delegación de Hacienda, fue Jesús quien de pronto se apareció al otro lado de aquella ventanilla para decirle: “Sígueme”.

**El enano Zaqueo se contentaba con ver pasar al Señor bajo la rama del árbol a que se había encaramado, es Jesús el que le busca con la mirada y se invita a su casa.

**No fue una casualidad que Jesús pasó por el camino en cuya cuneta estaba el ciego Bartimeo, ni aquel otro donde los diez leprosos le encuentran.

**Y en la historia de nuestras vidas personales, los que somos falsa moneda, nos busca el Señor con la escoba debajo de los muebles hasta que nos encuentra

No es el hombre el que busca a Dios, es Dios el que busca al hombre.



2.- Por eso a qué viene tanto presumir de méritos y buenas obras. Lo importante no son las obras es la fe, nos dice el texto, un tanto luterano, de San Pablo


No nos quiere Dios porque seamos buenos, sino porque Él es bueno. Tenemos que creer en esa bondad, confiarnos a esa ilógica bondad de nuestro Padre Dios. Lo importante no es lo que nosotros sentimos y pensamos de Dios, sino lo que Dios siente y piensa de nosotros.


Y lo que el siente es un amor incontrolable que le lleva a dar su vida por nosotros, no por todos juntos, sino por cada uno como si otro no existiera. “Me amó y se entregó por mi”, nos dice San Pablo corrigiendo otra frase suya en que había dicho que “nos amó y se entrego por nosotros”.


Por mí entregó el Padre a su Hijo y el Hijo se entregó libremente a su muerte. Y la razón es que nos tiene por hijos muy queridos, únicos, que ocupamos en su corazón, lugar que nadie puede ocupar.


“¿Puede acaso la mujer olvidar al hijo de sus entrañas?, pues aunque ella lo hiciera yo nunca me olvidaré de ti”… Es Palabra de Dios en la Escritura. Y has otra en Oseas, “te tomé en mis brazos y apoyé mi mejilla contra la tuya, te alcé en lo alto y volví a apretarte contra mi pecho, te cogí bajo los brazos y agachado acompañé tus pasos vacilante de niño, me senté en el suelo junto a ti y te di de comer. Preciosa escena de un padre cariñoso con su niño que Dios aplica a si mismo, por eso Jesús no llama a Dios, Padre, sino Abba que significa papaíto. Así siente Dios de nosotros, ¿importa lo que nosotros pensemos de Él? Así siente Jesús de nosotros…

1 comment:

Mousy Nano said...

Pues que siga buscando, a ver qué encuentra...