En Burgos y en Mallorca ETA violó de nuevo la racionalidad, la justicia, la humanidad y la esperanza. Me deja desconcertado la monotonía de las manifestaciones de repulsa a los atentados etarras. Oímos hoy las mismas palabras de ayer, las mismas que escucharemos mañana, “determinación”, “firmeza”, “unidad”, “cárcel”, y nos quedamos con la sensación de que esas palabras nos dejan indiferentes. Lo cierto es que no nos dan una posibilidad concreta de participación en el esfuerzo común para que el crimen retroceda.
Para matar, como para dar la vida, se necesita una razón.
“Determinación”, “firmeza”, y “unidad” es lo que manifiesta tener el mundo etarra a la hora de abastecer el mercado de razones para matar: Las llevan a las escuelas, las predican en las calles, las escriben en las paredes, las enaltecen en el discurso ‘político’, las transmiten en la familia.
“Determinación”, “firmeza”, y “unidad” es lo que manifiestan tener los criminales a la hora de procurarse recursos económicos y humanos que hagan posible su actividad, y creíble la consecución de sus fines.
Me pregunto si nuestra sociedad no ha renunciado desde hace tiempo a ofrecer razones para dar la vida, para luchar por la vida, para amar la vida.
Las manos blancas que hace años se levantaron al cielo para reclamar respeto a la vida de una persona, de haberse mantenido en alto, hubieran bastado para hacer de ETA una pesadilla de la que ya nos habríamos despertado. ¿Quién las devolvió a los bolsillos?
Son muchas las cosas que socavan la moral de una sociedad: La corrupción asociada al ejercicio del poder, la mentira como estrategia de acción política, y sobre todo, propuestas y decisiones, actitudes e ideologías que condicionan la dignidad de las personas y cuantifican el valor de una vida.
La riqueza que ignora la necesidad de los pobres se nutre de la misma insensibilidad que el terrorismo de ETA.
Una supuesta libertad sexual, que reduce la sexualidad a mercancía, y las personas a cosas, prepara el camino para que a la persona se la pueda comprar y también destruir. Los violadores lo harán. ETA lo hará. Pero antes lo han defendido y aplaudido personas normales en normales tribunas de opinión.
Con determinación”, “firmeza”, y “unidad” se promueve en todas partes, con toda clase de medios, la difusión de una mentalidad abortista, que lleva implícita la idea de que el más fuerte tiene derecho a disponer de la vida del más débil. Los criminales sacarán sin pudor las consecuencias de lo que la sociedad ha justificado sin discernimiento.
Pido un escudo de manos blancas sobre los cuarteles de la guardia civil, para que los guardias y sus familias sepan que no están solos y que sus vidas nos interesan como si fuesen las nuestras.
Pido un escudo de manos blancas sobre la vida de los adolescentes, para que nadie mancille su derecho a crecer y madurar con un sueño de futuro en el alma. Pido un escudo de manos blancas sobre toda vida humana, para que nadie pueda arrogarse el derecho de cortarle la trama. Pido un escudo de manos blancas también en torno a Caín, para que nunca se atreva a manchar las manos con la sangre de Abel.
ETA no teme la cárcel, ¡teme las manos blancas!
Santiago Agrelo, arzobispo de Tánger
Blog Siempre en el corazón de Cristo
RD
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