En una columna de opinión publicada este domingo, el Obispo de Valparaíso, Mons. Gonzalo Duarte, relata su experiencia de pastor en el acompañamiento a los familiares de la niña Francisca Javiera Silva, de cinco años de edad, cuyo cruel asesinato ha causado conmoción en el país.
"He sentido como nunca la impotencia del ser humano frente al dolor moral extremo y la imposibilidad de decir palabras de consuelo", relata Mons. Gonzalo Duarte en su columna publicada este domingo 9 de agosto en El Mercurio de Valparaíso. Así explica por qué cuando fue al velorio de la pequeña Francisca, en la modesta casa de la población “Glorias Navales”, no pudo decir nada. "Me limité a acompañar en silencio a la familia y a hacerles cariño en medio de su dolor inconmensurable".
Cuando en el funeral tuvo que hablar, relata que lo hizo "con el corazón desgarrado. Y dije que no hay palabras humanas capaces de consolar a unos papás que han perdido a su hijita, a unos abuelitos que han perdido a su nieta. Porque siento que en verdad no las hay".
El obispo de Valparaíso dice comprender a quienes piden a grito la pena de muerte como una expresión espontánea de dolor y de clamor por la justicia. Pero sostiene que "la sociedad chilena, a través de los poderes públicos que la representan y que ella misma ha elegido, dio un paso importante de humanización suprimiendo la pena de muerte".
Añade que queda la interrogante fundamental: ¿qué sociedad estamos construyendo? ¿cuáles son los valores que estamos privilegiando en el día a día? Y en ese sentido, piensa que la "muerte tristísima de Francisca Javiera Silva, de sólo cinco años de edad, puede ser un acontecimiento que nos ayude a ser mejores".
- Ver texto completo de su columna en Recortes de Iglesia.cl
Fuente: El Mercurio de Valparaíso - Prensa CECh
Valparaíso, 09/08/2009
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