Sunday, April 22, 2012

Meditación desde Buenafuente para el Domingo 3º de Pascua por Angel Moreno



TEXTO EVANGÉLICO
-«Paz a vosotros.»
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo:
-«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
-«¿Tenéis ahí algo que comer?»
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo:
-«Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»
CONTEXTO:
“Dios cumplió de esta manera lo que había dicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.”
CONTEMPLACIÓN
¡Cómo necesitamos palpar las heridas luminosas del Señor! ¡Cómo necesitamos superar la idea de que el sufrimiento no significa desgracia! En Jesús, el Hijo amado de Dios, el profetizado desde antiguo, se han cumplido las Escrituras, y si en Él se han hecho realidad los poemas del Siervo de Yahvé, en Él también ha sucedido el cumplimiento mesiánico.
Sin caer en determinismo alguno, sin embargo, por los acontecimientos pascuales, se descubre que el plan de Dios para la humanidad es un proyecto de amor, que se lleva a cabo por su Hijo, el Cristo.
Ante el gesto de Jesús de mostrar sus manos y pies heridos, el Papa Benedicto comentaba en la audiencia del pasado miércoles: “Este gesto tiene como finalidad confirmar la nueva realidad de la Resurrección: el Cristo que ahora está entre los suyos es una persona real, el mismo Jesús que tres días antes fue clavado en la cruz. Y así, en la luz deslumbrante de la Pascua, en el encuentro con el Resucitado, los discípulos captan el sentido salvífico de su pasión y muerte. Entonces, de la tristeza y el miedo pasan a la alegría plena. La tristeza y las llagas mismas se convierten en fuente de alegría. La alegría que nace en su corazón deriva de «ver al Señor» (Jn 20, 20)”.
MISIÓN
-“Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.”
Nos corresponde anunciar el acontecimiento más esperanzador: La muerte ha sido vencida.
Ciudad Redonda

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