Una esquina de Buenos Aires en el Meeting de Rimini en una exposición del cura de periferia
DANIELE BANFIRIMINI
Si no fuera por el techo del pabellón nos parecería estar dando un paseo por las villas de Buenos Aires, los barrios pobres de la capital argentina. A esperarnos en la entrada está él –padre Carlos “Charly” Olivero-- bebiendo el mate, la bebida nacional tan querida por el papa Francisco. Para Carlos esta es la segunda vez que acude al Meeting de Rimini, la primera fue el año pasado para contar su experiencia como párroco de periferia. Ahora la historia ha tomado forma y visitando la muestra nos transportamos por un instante en su mundo hecho de belleza en la miseria.
Padre Charly, este año el título del Meeting habla de “falta”. En las villas ¿qué significa este término? ¿Es sólo una cuestión de pobreza económica?
“El corazón del hombre es único. A todos nosotros, desde quien vive en las villas hasta quien lo hace en el lujo, le falta algo. En la sociedad de hoy el riesgo es el de quedarnos anestesiados por el consumismo. A través de éste buscamos llenar lo que nos falta dentro del corazón con bienes materiales y comportamientos que no nos permiten entender el verdadero deseo de plenitud que está en nuestro corazón. Un sistema perverso en el que las villas son la consecuencia. Hoy mis chicos delinquen porque de otra manera no pueden permitirse poseer todos las cosas que prometen llenar su corazón”.
¿De qué manera se puede romper este círculo vicioso?
“Antes una premisa: a través de la droga y la prostitución nuestros chicos pierden sobre todo las relaciones humanas empezando por la familia. Se quedan profundamente solos. Nuestro trabajo se resume en un verbo muy querido por el Papa, “primerear”. Debemos llegar antes que ellos, estar por delante de su drama. Debemos entrar en una relación directa con ellos. Lo hacemos no con grandes discursos sino respondiendo a sus necesidades. Una relación en grado de cambiarles hasta el punto que como en una gran familia, los viejos ayudan a los recién llegados. En las periferias no hay solo cosas negativas, hay también tantos frutos positivos. Las personas tienen solo que poder estar en condiciones de experimentar un abrazo”.
Con el papa Francisco invita a llevarnos hasta las “periferias existenciales”. ¿Cuánto ha afectado esta expresión en tu vida?
“Mucho. Cuando el papa Francisco era arzobispo de Buenos Aires yo me encontraba en el seminario. En 2002 Bergoglio tuvo la intuición de dejar a los seminaristas la posibilidad de construirse recorridos de formación personalizados. Gracias a esta decisión pude ir a las villas para sentirme útil, intentar resolver los problemas de la gente. Pero es precisamente viviendo con los habitantes del barrio que me he dado cuenta que no puedo estar sin ellos. Porque dentro de situaciones difíciles y de miseria he experimentado en pleno mi pobreza y el amor de Cristo”.
Vatican Insider
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