Monday, August 03, 2015

Implicancias morales para votar la idea de legislar sobre el aborto por Marco Antonio Velásquez


"Con ley de aborto o sin ella, los cristianos chilenos tienen la oportunidad de testimoniar las convicciones profundas de su fe"


La Cámara de Diputados vota este martes el proyecto de ley de despenalización de la ley


"Hay evidencia de autocensura de algunos teólogos y moralistas que piensan distinto a los obispos"



El martes 4 de agosto la Cámara de Diputados debe someter a votación la idea de legislar el proyecto que despenaliza el aborto bajo las causales de riesgo de vida de la madre, violación e inviabilidad del feto; iniciativa originada en el poder Ejecutivo y despachada al Congreso Nacional el 31 de enero de 2015.
En una sociedad con innegables raíces cristianas dicho proyecto despierta un elevado interés público, que se expresa en una fuerte resistencia de algunos sectores de la población y en una contundente adhesión en otros. La iniciativa del Ejecutivo se convierte así en fuente de tensión ciudadana, precisamente porque se juegan en esto cuestiones morales fundamentales. Consecuentemente, toda la presión social se dirige hacia los parlamentarios que tienen la compleja tarea de votar la idea de legislar; y particularmente hacia los legisladores que profesan o adhieren a los principios del cristianismo.
El domingo 2 de agosto los obispos chilenos han publicado dos inserciones en la prensa. En una piden coherencia a los legisladores católicos y en otra, dirigiéndose a los legisladores cristianos dicen: "les recoradamos con fuerza su irrenunciable e inexcusable deber de promover leyes justas y de no colaborar con una ley de aborto". Con esto los obispos buscan influir en la conciencia de los parlamentarios cristianos para que rechacen la idea de legislar sobre el proyecto en cuestión.
En medio de las presiones que reciben los parlamentarios ha faltado una voz orientadora que ayude a despejar las cuestiones fundamentales, en el terreno de los principios, que son previas al contenido del proyecto legislativo. En esta línea, el servicio que la Iglesia ha debido prestar, antes que actuar por la vía coercitiva, ha debido ser el de brindar una voz orientadora que ayude a guiar la conciencia de los legisladores cristianos en la fase previa, que es resolver la idea de legislar.
Junto al llamado de los obispos, hay evidencia de autocensura de algunos teólogos y moralistas, quienes, pensando distinto a los obispos en estas materias, han renunciado a iluminar una realidad compleja y dolorosa como la que los parlamentarios deben abordar próximamente. Este hecho debe llamar a un honesto cuestionamiento eclesial, por la falta de libertad que se respira en los atrios de la Iglesia para acompañar a la sociedad ante cuestiones dilemáticas que se presentan en el camino de la historia, donde el Pueblo de Dios, de estas latitudes, está llamado a unir su destino al del pueblo chileno.
Consecuentemente, esta reflexión surge como una búsqueda seria por alcanzar una respuesta personal ineludible, en un época y en una cultura que interpela la conciencia cristiana frente a temas de interés social que no admiten evasión. Como hijo de la Iglesia y ciudadano del mundo, esta reflexión surge como un deber moral de dialogar y compartir aquellos principios fundamentales que pueden ayudar a conseguir consensos sociales necesarios y progresivos.
Deber moral de legislar. Existe una realidad innegable, cual es la realización de abortos ilegales, que se practican aun en presencia de una ley que lo penaliza. No existen estadísticas fiables de la cantidad de abortos ilegales, pero estimaciones fundadas lo dimensionan entre 10 mil y 40 mil por año. Las mujeres que lo practican no sólo desafían a la ley, sino que también exponen su integridad personal, arriesgando incluso la propia vida. Consecuentemente, se configura un problema social que no puede ser rehuido y que el Estado tiene el deber de abordar. Surge entonces el deber de legislar frente a un drama humano y social. En esto no puede sino haber coincidencia ciudadana transversal.
Respeto del juego democrático. Los cristianos, como ciudadanos del mundo, están llamados a asumir las "realidades temporales" como el lugar teológico confiado por Dios a los discípulos de Jesucristo. Ello implica no sólo el lugar, sino también su organización social, que en este caso supone el respeto del juego democrático como mecanismo establecido para construir consensos. Luego, nada exime del ejercicio ciudadano de la participación democrática, que implica respetar la voluntad de las mayorías que definen las leyes que regulan la convivencia social, sabiendo que para los cristianos hay una Ley superior dictada por Dios, que guía la conciencia personal, pero que no obliga a imponerla a otros. Éste es el testimonio maravilloso de los primeros cristianos, que despertaba la admiración de los paganos y que con elocuencia ha quedado relatado en la conocida carta a Diogneto: "Obedecen las leyes establecidas, y sobrepasan las leyes en sus propias vidas."
Luego el cristiano no teme a participar del juego democrático, participando en la discusión y en el diálogo con los recursos de la persuasión, pero bajo ningún punto de vista con las armas de la coerción ni el amedrentamiento.
Respeto de la conciencia personal de los legisladores. La conciencia es el lugar que Dios se reserva en el hombre y la mujer para invitarlo a hacer el bien y evitar el mal. Por lo tanto, el respeto de la conciencia humana es sagrado y cualquier acto conducente a amedrentarla, a presionarla e incluso a inducirla con mecanismos como el lobby o la propaganda son faltas morales graves porque buscan suplantar el lugar de Dios en la conciencia del otro. El espacio de los pastores y de los cristianos en este ámbito es el de persuadir con la fuerza de la convicción en el Congreso Nacional o en el foro público, de cara al país y ante los ciudadanos.
Asimismo, siendo la actuación en conciencia un ejercicio soberano de la voluntad humana, nada habilita a los partidos políticos para exigir a sus parlamentarios la actuación colectiva bajo las llamadas órdenes de partido. "Votar en conciencia significa que ni la afiliación política de partido ni la pertenencia confesional religiosa condicione el estar a favor o en contra. Puede haber en ambos lados del arco parlamentario, tanto quienes estén a favor como quienes estén en contra, por razones ético-legales (también científicas), y no por presiones ideológicas, ya sean político-partidistas, religiosas o irreligiosas". (Juan Masiá SJ, "Dos entrada sobre el aborto").
Responsabilidad cívica de dialogar. Habiendo necesidad de construir consensos, es necesario desplegar todas las potencialidades de la capacidad de dialogar. Ello implica asumir la "responsabilidad de usar el lenguaje para finalidades apropiadas como, por ejemplo, informar, dialogar, buscar algo en común y expresarlo. Por tanto, responsabilidad de debatir correcta y serenamente, sin crispación y sin manipular el lenguaje por motivaciones ideológicas, ya sean pseudo-políticas, pseudo-científicas o pseudo-religiosas."(Juan Masiá SJ, "Dos entrada sobre el aborto").
El martes se vota en la Camará de Diputados la idea de legislar en base a un proyecto que despenaliza el aborto bajo las causales de riesgo de vida de la madre, violación e inviabilidad del feto. Con ley de aborto o sin ley de aborto, los cristianos chilenos tienen la oportunidad de testimoniar las convicciones profundas de su fe, así como lo hacían los primeros cristianos, quienes sin entrar en pugna con la cultura dominante daban ejemplo de vivir plenamente las consecuencias de su adhesión al Evangelio, al extremo de provocar la conciencia de los paganos que, admirados, decían:
"Viven en ciudades griegas y bárbaras, según les cupo en suerte, siguen las costumbres de los habitantes del país, tanto en el vestir como en todo su estilo de vida y, sin embargo, dan muestras de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increíble. Habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña. Igual que todos, se casan y engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben. Tienen la mesa en común, pero no el lecho. " Carta a Diogneto V.


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RD/Reflexión y Liberación

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