"Estamos llamados a construir una Iglesia en la que todos sean protagonistas"
"Dios nos llama para hacerle presente en la vida de la humanidad"
(Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en Brasil).- La Iglesia Católica de Brasil celebra en agosto el mes vocacional. Cada domingo las comunidades son invitadas a reflexionar sobre las diferentes llamadas de Dios. Así el primer domingo es contemplada la vocación al ministerio ordenado, en el segundo a la vida en familia, el tercero es dedicado a la vida religiosa, el cuarto a los ministerios laicales y el último a los catequistas.
Son vocaciones que surgen de un tronco común, que es la condición de bautizados, lo que nos llama a construir una Iglesia donde todos sean protagonistas, donde no haya unos que mandan y otros que obedecen, donde no existan señores feudales y burros de carga. Es evidente que, en muchos lugares, esto todavía es una utopía, inclusive cada vez más lejana, consecuencia de uno de los grandes pecados que continuamente denuncia el Papa Francisco,el clericalismo, que hace que todo gire en torno de la figura sacerdotal, asumida a veces como sinónimo de dominación y no de servicio.
La imagen de Iglesia que surgió del Concilio Vaticano II fue ésta, pero poco a poco se fue desgastando hasta ser olvidada o reprimida, con métodos que no respondían al espíritu de Jesús de Nazaret. El peso de la historia y de la Tradición habló más alto y apagó las tentativas de renovación que surgieron cincuenta años atrás, en las que se pretendía una vuelta a las fuentes originales del cristianismo.
Otro de los pecados del catolicismo es el eurocentrismo. Por eso muchos no entienden, o no quieren hacerlo, a ese Papa llegado del fin del mundo y que pretende descentralizar la Iglesia. Señales de esto aparecen constantemente en sus gestos, actitudes y decisiones. Y ante esto, reacciones contrarias son igualmente cotidianas.
Es desde el Sur que se entiende que una Iglesia centralizada en la figura sacerdotal pierde gran parte de su sentido y potencial evangelizador. En muchas regiones la presencia del presbítero es esporádica y, a veces, testimonial. A pesar de eso el trabajo evangelizador es encomiable y la vida de fe de las comunidades y de aquellos que forman parte de ellas resulta enriquecedor, hasta para quienes viven anclados en estructuras muchas veces caducas.
Sé que hacer estas afirmaciones puede llevar a algunos a decir que eso va contra las vocaciones sacerdotales, pero afirmar eso sería negar el problema de fondo ydespreciar la gran labor evangelizadora que en muchos lugares es desarrollada en las familias, a través de la vida religiosa o por los diferentes ministros y ministras y catequistas que son reconocidos como verdaderos instrumentos de Dios en la vida del pueblo.
Resulta más fácil despertar las diferentes vocaciones cuando éstas son vistas como instrumento de servicio a una comunidad que camina y decide en común. No hay elementos suficientes para continuar usando esquemas que en otros momentos de la historia han podido resultar acertados. Cada tiempo y lugar nos llaman a encontrar métodos adecuados para poder llevar a cabo el proceso evangelizador. De lo contrario estaremos fuera de lugar y no responderemos a los desafíos del momento.
No olvidemos que Dios nos llama para hacerle presente en la vida de la humanidady eso se consigue a partir del compromiso y la entrega para mejor poder servir y amar.
RD
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