En el Día de la Memoria, el 25 de agosto, los cristianos recuerdan la limpieza étnica llevada a cabo por los extremistas indúes en el estado de Orissa en 2008 y piden justicia. Y agradecen a quienes escondieron a los fieles en sus casas
PAOLO AFFATATOROMA
Ha arriesgado la vida para salvar a los cristianos. Satyabhama Nayak es una mujer india que, en medio de las masacres anticristianos que atraversaron el estado indio de Orissa en agosto de 2008, abrió las puertas de su casa para esconder a un grupo de monjas.
En el distrito de Kandhamal, en Orissa, en una ola de violencia desatada por grupos extremistas hindúes, los fieles fueron objeto de redadas, palizas y castigos que les obligaron a abandonar sus casas y propiedades. El odio religioso se convirtió en una auténtica búsqueda y captura que tuvo graves resultados: más de 400 pueblos fueron “limpiados” de todos los cristianos, 5.600 casas y 296 iglesias fueron quemadas, los muertos fueron 100 (pero el gobierno reconoce solo 56), miles los heridos, diversas mujeres violadas, 56.000 los desplazados. Entre los crímenes más terribles está el que sufrió sor Meena Barwa, que fue violada por varios hombres y obligada por sus torturadores a pasearse desnuda por las calles como trofeo de la victoria conseguida.
Siete años después de estos eventos, la comunidad cristiana lamenta que la insuficiente administración de justicia y la complicidad de la política han garantizado una sustancial impunidad a muchos de los culpables.
Según las cifras difundidas por la Iglesia local, sobre un total de 3.232 denuncias penales interpuestas por cristianos, la policía ha aceptado 1.541. De éstas, solo 828 han llegado a juicio. En 169 casos los procedimientos se concluyeron con la plena absolución de 1.587 imputados, dado que a menudo los testigos clave fueron amenazados o intimidados. Y si 86 procesos han visto condenas muy leves, para otros 90 casos las investigaciones están todavía en curso pero más tiempo pasa, menores son las posibilidades de conseguir pruebas inconfutables.
Desde entonces el 25 de agosto, fecha símbolo en la que estalló la violencia, la comunidad cristiana en Orissa celebra una especial “Jornada de la memoria” organizando convenios, manifestaciones públicas, marchas por la paz, vigilias de oración, para recordar una página negra de la historia india.
Según John Barwa, arzobispo católico de Cuttack-Bhubaneswar, “justicia significa obtener resarcimiento, reconstruir las casas, posibilidad de volver en los lugares de origen. Los ciudadanos de fe cristiana piden ser tratados como todos los demás, según los principios de igualdad”.
Hay que decir que, junto a experiencias negativas en las que los extremistas indúes han perseguido a las comunidades cristianas, en Orissa se han dado situaciones caracterizadas por la convivencia entre comunidades de diferentes creencias. En los meses pasados el Forum cristiano de Sambalpur, otro distrito de Orissa, ha enviado un memorandum a S.C. Jamir, gobernador del estado, expresando su “profunda gratitud por la administración del distrito de Sambalpur, donde las instituciones están pendientes para hacer respetar la ley, la paz y la seguridad de las comunidades cristianas y otras minorías”. El Forum recuerda que “los cristianos son gente compasiva, humilde y paciente, respetuosa de las leyes” y que han contribuido siempre a la armonía social.
La historia de Satyabhama Nayak, en el aniversario de las masacres que marcarán para siempre la presencia cristiana en aquella parte de la India oriental, vuelve a flote para recordar ese sufrimiento y reiterar la semilla del bien que pertenece al ser humano, independientemente de la religión que profesa, la etinia, lengua o nación.
“Las monjas del convento de Balliguda corrieron hasta mi casa mientras los alborotadores se movían en las cercanías. Siete monjas habían huído caminando por el campo. Algunas estaban heridas, todas estaban aterrorizadas. Estaba asombrada y pregunté a mi sobrino que averiguara qué eran esos desórdenes”, cuenta Satyabhama en un sincero testimonio.
“Tenía miedo y recé a Dios para que las salvara a ellas y a mí, dado que los extremistas no tenían piedad de quien ayudaba a los cristianos”, continúa. “Supimos que una monja había sido encontrada en casa de un hindú y había sido violada. Intenté tranquilizar a las monjas y las escondimos en el establo”.
La mujer concluye: “Uno de mis vecinos de casa me advirtió: los alborotadores van a la caza de los cristianos que se esconden en las casas de los hindúes. Si quieres salvarte, deshazte de las monjas. Le respondí que no quería. Hindúes o cristianos, somos todos seres humanos. El día después fuimos furtivamente al bosque y nos quedamos allí. Con las monjas estaban también chicos y hombres cristianos. La policía llegó solo después de tres días de gran miedo. La providencia de Dios nos ha ayudado y nos hemos salvado”.
Vatican Insider
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