Thursday, April 11, 2019

El Papa intenta llegar a los jóvenes por Jorge Oesterheld, sacerdote


Con su reconocida sabiduría, su hábil manejo de la ironía y su perspicacia periodística, el maestro Antonio Pelayo comenzó la crónica que escribió para Vida Nueva sobre la presentación de la exhortación ‘Christus vivit’ pidiendo perdón: “pido perdón anticipadamente si comienzo esta crónica con un comentario que algunos pueden considerar –y tal vez tengan razón– intrascendente o banal sobre la exhortación apostólica postsinodal 'CHRISTUS VIVIT, dirigida a los jóvenes y a todo el Pueblo de Dios”. De inmediato señaló que el documento “consta de nueve capítulos, divididos en 299 párrafos (186 páginas en su versión española)”.
A partir de esos datos el reconocido periodista se pregunta cuántos jóvenes van a leer un documento de esas características para luego preguntarse también cómo no se ha previsto otra modalidad de presentación más accesible al público juvenil.
Antonio Pelayo podría haber agregado que a jóvenes acostumbrados a leer 140 caracteres en Twitter el documento les ofrece 221.580 caracteres, de un solo golpe y sin anestesia. Cualquier persona que está al tanto del lugar que ocupan las redes sociales en la vida de los más jóvenes, sabe muy bien que un documento de esas características está condenado a ser completamente ignorado.
Ya nadie puede desconocer que los jóvenes se informan a través de los teléfonos y que la dinámica propia de las publicaciones en internet exige un tipo de comunicación que requiere una gran capacidad de síntesis y la utilización de otros recursos además de la tradicional presentación a través de un documento escrito.
Quizás teniendo en cuenta esa necesidad de síntesis, en la presentación que se ofreció en la Sala de Prensa Vaticana se intentó acotar la extensión del documento. Al decir de Antonio Pelayo “la síntesis ofrecida se desparrama a lo largo de once densas páginas” y duró una hora y media la intervención de los cinco ponentes que la ofrecieron. En cualquier caso, una extensión inabarcable para el público al que iba dirigida la exhortación apostólica.
Quizás no pueda discutirse que la necesidad de expresar la compleja temática juvenil exige un documento extenso y profundo. Puede argumentarse también que el texto no está dirigido solo a los jóvenes. Pero lo que está en cuestión es la ausencia de otros formatos que faciliten el acceso a las reflexiones papales. Se podrían haber utilizado breves videos o presentaciones adecuadas, en el formato y la estética, a los jóvenes a quienes se dirigía el mensaje. Una consulta a los expertos en estas cuestiones hubiera permitido aprovechar de otra manera la riqueza de la exhortación del Papa y haberla hecho accesible al público específico al que se dirigía.

Muchas síntesis generan confusión

El tema de lograr formatos más comprensibles y amigables adquiere una dimensión muy delicada si se tiene en cuenta que, al no hacerse una síntesis adecuada desde quienes tienen la responsabilidad de difundir el documento papal, esa tarea queda a cargo de otras personas. De hecho casi todos los medios de comunicación eclesiales se vieron en la obligación de hacer sus propias síntesis para que sus lectores o audiencias pudieran acceder al contenido del magisterio papal.
Inevitablemente esos análisis que intentaron un resumen de lo más destacado del documento reflejaron el pensamiento de quienes los realizaron, y así algunos subrayaron unos aspectos de la enseñanza pontificia y otros acentuaron otros. En definitiva, lo que llegó a los jóvenes interesados en conocer el resultado del trabajo sinodal estuvo mediado por las líneas editoriales de los diferentes medios (o por las ideas, la idoneidad o la ideología del periodista de turno) y de esa manera se los privó de acceder directamente y sin filtros conceptuales a las palabras de Francisco. También fue inevitable que los grandes medios de comunicación ignoraran por completo la exhortación papal.
Ahora solo queda confiar en la responsabilidad y capacidad de aquellos comunicadores que asuman el compromiso de llevar fielmente a los jóvenes la extraordinaria riqueza del magisterio del Papa.

Vida Nueva

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