Monday, July 23, 2007

Algo para pensar y orar en esta semana


El Cristo adulto es, para los niños, una persona difícil de comprender.
Pero llegados a la adolescencia, representa para ellos sus valores más altos: libertad y amor. Aparece en los Evangelios como el más libre de todos:
sus actos son inesperados, y alarmantes para los respetables de la sociedad;
una figura revolucionaria, que fué finalmente calificada de peligrosa y tuvo que ser eliminada; una figura tierna y compasiva, espontánea y amigable hacia todos los que encontraba; una figura fuerte y atemorizante, que rechazaba las reglas detallistas, pero aceptaba a todo ser viviente, y apasionado por cambiar el mundo.
Sobre todo, era un hombre de una libertad interior suprema,
no dirigido por deseos inconscientes,
presiones o ansiedades,
sino que actuando tal como deseaba:
cumplir la misión que su Padre le había encomendado.
Era la única persona que comprendió plenamente todo lo que un padre puede significar para un hijo: no sólo la Ley, sino que un modelo, y una promesa de una futura existencia libre e independiente.