Trescientas personas mayores se han juntado para cultivar tomates. Comparten la ilusión por tener un huerto ecológico donde poder expresar su saber y su creatividad.Cultivan poco más de cien metros cuadrados cada uno a los quededican muchas horas y sudores; el huerto les compensa con abundantesfrutos... de todo tipo.Esto ocurre en Valladolid en una finca a las afueras de la ciudad. Al caer la tarde muchas decenas de personas asoman su sombrero entre el denso follaje de su huertos y como si fueran monjes trabajan en silencio los surcos de su huerto, recolectan los frutos después de meses de espera y siembran y plantan para que siga habiendo futuro.
Aquí sí que hay tomate, del de comer en ensaladas o el de hacer gazpacho (unpoco más maduro), también hay tomate en rama, y no falta el tomate cherry ya rojo, ya amarillo. Y hay muchos más cultivos y hortalizas en general "verdes".Pero es un cultivo sano, del que no vive del chismorreo con las gracias o desgracias ajenas; no es ese tipo de tomate es que cultivamos.
Cada uno viene con su historia a cuestas.Uno fue futbolista profesional, hasta llegó a jugar en el atlético de Madrid, pero anda con una enfermedad de los huesos mala; a decir verdad vino muy mal y los primeros días apenas salía de la sombra de su sombrilla. Y ahora apenas entra en ella.
Otra mujer tiene al marido inválido en casa y esto es un respiro que se da cada tarde subiendo en autobús a cultivar su huerto.
Otro, lleva catorce años trasplantado de corazón, pero desde que tiene huerto, está hecho un campeón en la prueba de esfuerzo (La última vez la enfermera creía que la máquina estaba rota, dado como aguantaba Federico).
Aquel matrimonio del fondo perdió hace poco un hijo en accidente; a ese hijo mucho le gustaba la agricultura; casi están aquí por su recuerdo. Ahora acaban de tener una nieta; “unas veces vienen mal dadas y otras bien”.
Una mujer pide continuar con el huerto que estaba a nombre de su marido, pero ha fallecido de cáncer y a ella le hace ilusión seguir, porque él era muy feliz con esto.
Al otro se le murió hace una par de años la esposa y el tiempo se le viene encima; y al menos hasta ver si encuentra compañía el huerto es compañía y paño de lágrimas.
Y el huerto es terapia que refuerza la quimio y la radio que tantos de nosotros reciben con paciencia y esperanza.Y el huerto es lugar de relación, sobre todo de relación, la que surge de la broma, del trago, del almuerzo, de las horas compartidas en la tarea; y nace y crece la amistad, la mirada cómplice, la relación de ayuda como el mejor de los cultivos, tan ecológico y saludable como nuestras hortalizas.
Porque tanta gente mayor se va sintiendo cada vez más sola y sin tener nada que hacer…Y al finalizar el día se recogen los trastos y vamos a la parada del bus; ese que “ya lo llaman el autobús ecológico”, por nosotros, por nuestros aromas de sudor y cebolla, de romero y flores.
Y va llegando el invierno; esperamos superarlo todos como el año pasado, y damos paso a las hortalizas de invierno, más tranquilas, más pausadas, de menos sabor y color, pero importantes…Huertos ecológicos, planta piloto de que es posible hacer muchas cosas en la vida que aumenten nuestra ecología interior y exterior.
Por Felix Revilla, sj
Jesuitas de Castilla
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