Hay quien piensa que vivir a fondo es lanzarse a una carrera vertiginosa, acelerada, sin frenos ni límites.
Entonces se insiste en que hay que apurar el momento, en que la vida es una y hay que exprimirla al máximo, en que hay que experimentarlo todo…
Pero eso es una trampa, porque vivir a fondo no es estar permanentemente en ebullición.
¿Qué es, entonces?
Es no pasearse por la superficie de la vida, sino dejar que los rostros de mi vida me cuenten su historia; que las encrucijadas en mi camino me compliquen cuando tengo que elegir; es irse gastando día a día, es saber darse a veces, y descansar en otras; cuidar y ser cuidado; compartir tu tiempo, tus días, tu trabajo, tus sueños, tus esfuerzos, tus miedos, tus risas y tus fracasos.
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