Resaltó que Aparecida “fue una experiencia –la más fuerte que yo he tenido en mi vida- de un grupo de personas que se reúne para trabajar, pero, en primer lugar, para estar rezando, en contacto con Dios, y en esa atmósfera, de contacto con Dios, está trabajando”.
El Arzobispo de Santiago enfatizó en la libertad con que trabajaron los obispos en la Conferencia. Ni la presidencia del encuentro ni el propio Papa impusieron temas. “Lo que ocurría en ese momento es que está todo esto en manos del Espíritu Santo y de todos los presentes y que el Espíritu Santo con ellos produzca lo que quiera”.
Lo primero que caracterizó la Conferencia es un espíritu de comunión, una comunión al mismo tiempo con Dios y con los hermanos. “La comunión fraterna se da mucho antes, cuando se prepara el documento de síntesis y pasa por muchísimas comunidades del continente, lo que va creando la alegría entre los laicos de que ellos ya están en comunión con la Asamblea”.
Ya en la asamblea misma, dijo el Cardenal, esta comunión se dio entre quienes tenían derecho a voto y quienes no, todos los cuales participaron en un ambiente de gran unidad y, aunque al final votaban sólo los obispos, “los textos son los textos de todos”.
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