2 Corintios 4, 7-12
Con todo, llevamos este tesoro en vasos de barro, para que esta fuerza soberana se vea como obra de Dios y no nuestra. Nos sobrevienen pruebas de toda clase, pero no nos desanimamos; somos perseguidos, pero no eliminados; estamos entre problemas, pero no desesperados; derribados, pero no fuera de combate. Por todas partes llevamos en nuestra persona la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra persona. Pues a los que estamos vivos nos corresponde ser entregados a la muerte a cada momento, por causa de Jesús, para que la vida de Jesús se manifieste en nuestra existencia mortal. Y mientras la muerte actúa en nosotros, a ustedes les llega la vida.
Con todo, llevamos este tesoro en vasos de barro, para que esta fuerza soberana se vea como obra de Dios y no nuestra. Nos sobrevienen pruebas de toda clase, pero no nos desanimamos; somos perseguidos, pero no eliminados; estamos entre problemas, pero no desesperados; derribados, pero no fuera de combate. Por todas partes llevamos en nuestra persona la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra persona. Pues a los que estamos vivos nos corresponde ser entregados a la muerte a cada momento, por causa de Jesús, para que la vida de Jesús se manifieste en nuestra existencia mortal. Y mientras la muerte actúa en nosotros, a ustedes les llega la vida.
¿Qué me estás diciendo Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy
Contemplo y alzo este vaso de barro, esta vasija terrenal, mi cuerpo. Señor, ¿cómo se hace visible tu vida y tu muerte en esta carne mortal? ¿Puedo yo unir mis dolores con los tuyos, y sentir mi mortalidad como parte de tu sacrificio?
No comments:
Post a Comment