A la orilla del Jordán,
descalza el alma y los pies,
bajan buscando pureza
doce tribus de Israel
Piensan que a la puerta está
el Mesías del Señor
y que, para recibirlo,
gran limpieza es menester.
Bajan hombres y mujeres,
pobres y ricos también,
y Juan sobre todos ellos
derrama el agua y la fe.
Mas ¿Por qué se ha de lavar
el Autor de la limpieza?
porque el bautismo hoy empieza
él lo quiere inaugurar”
Así escribía el sacerdote y poeta José de Valdivielso (1560-1638). En sus versos se repite hasta tres veces el tema de la limpieza. A ella aspira el pueblo de Israel como preparación para la venida del Mesías.
Pero esa misma necesidad de limpieza se convierte en dificultad a la hora de justificar el bautismo de Jesús. Jesús no puede recibirla de Juan, como tampoco puede recibir del Bautista la fe. El poeta se limita a presentar a Jesús como el iniciador de una práctica bautismal que nos unirá para siempre a su propia experiencia de fe.
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