Viernes 12 de diciembre de 2008
Ciudad de México (EVARED) - Ni el cansancio tras recorrer decenas de kilómetros a pie, en bicicletas o camiones, impide a la gente llegar a tiempo a la Basílica de la Virgen de Guadalupe, que cumple 477 años desde sus primeras apariciones.
Muchos devotos, con los pies escoriados y a punto de desfallecer, se arrodillan al llegar al atrio, el cual cruzan de manera lenta entre miles de personas que caminan para orar, agradecer o pedir un milagro.
En medio de un ambiente festivo, de culto y de veneración, los feligreses anuncian su arribo al santuario con las mañanitas, cantadas a capela o acompañados por bandas de viento.
En el santuario mariano más grande de América se pueden apreciar tanto ricos y pobre. Todos depositando flores en las jardineras que se ubican a los costados del Altar Mayor del Santuario.
En el atrio, los danzantes con vestimentas tradicionales ofrecen un espectáculo a los feligreses, mientras que los puestos de socorro atienden a quienes por su largo peregrinar tienen escoriaciones en los pies, o sufrieron descompensaciones causadas por altas o bajas de la presión arterial o de los niveles de glucosa.
El bullicio en el mismo atrio se combina con el sonido de los altavoces, a través de los cuales los servidores públicos anuncian los nombres de las personas extraviadas, para que se encuentren con el grupo con el que llegaron o con sus familiares.
Así, en medio de este ambiente de celebración no se detiene el río de peregrinos que sigue llegando, aunque muchos de ellos sólo entren a ver a la virgen y de inmediato regresen a sus lugares de origen. Pero muchos otros pernoctarán en el atrio o en las inmediaciones del templo dedicado a la virgen del Tepeyac.
Fuente: Notimex
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