Tuesday, February 10, 2009

“Existe un sustrato universal para no aceptar la eutanasia”


Vuelve el debate sobre el derecho a morir tras el fallecimiento de la italiana Eluana Englaro
(Vida Nueva) Eluana Englaro, la joven que llevaba en estado vegetativo desde 1992 y que ha provocado en Italia una gran polémica sobre el tema de la eutanasia, fallecía ayer lunes 9 de febrero en la clínica Quiete de Udine, tres días después de que le fuera retirada la alimentación y la hidratación por expreso deseo de su familia, avalado por una sentencia del Tribunal Supremo. A la clase política la ha pillado en pleno debate parlamentario, pues el Senado estaba intentando prohibir la suspensión de la nutrición que la mantenía con vida. “La amargura es grande por que la acción del Gobierno no haya podido salvar una vida”, ha declarado el primer ministro, Silvio Berlusconi. Vuelve, pues, al escaparate público la discusión sobre la eutanasia y el derecho a morir.
Hace unos meses, Vida Nueva publicó un reportaje ‘A fondo’ titulado “La interesada polémica sobre la eutanasia”, a raíz de una estéril y breve controversia sobre la presencia del Servicio de Asistencia Religiosa en los Comités de Ética Asistencial y los Equipos Interdisciplinares de Cuidados Paliativos de los hospitales públicos madrileños. En este ‘A fondo’, el especialista en bioética y doctor en Teología Moral, José Ramón Amor Pan, abordaba, entre otros asuntos, la eutanasia. En su opinión, existe “un sustrato universal muy importante para la no aceptación de la eutanasia”: “Es recurrente la manipulación en España al abordar el debate sobre la eutanasia. Se aduce siempre que su no despenalización se debe a la presión que ejerce la Iglesia Católica. Si así fuera, en países no católicos, la eutanasia estaría plenamente aceptada, y no es así. La postura católica ante este tema es sustancialmente equiparable a la de las otras grandes religiones (judaísmo, Islam, budismo, hinduismo), lo que no ocurre, ni mucho menos, en otros temas bioéticos, como en el caso del aborto o la ingeniería genética, por ejemplo. Y desde la filosofía y la antropología también abundan las tesis en contra de la eutanasia”.
Para Amor Pan es importante precisar que “el debate moral existe sólo sobre lo que en terminología clásica se denomina eutanasia activa directa, y en la actualidad, simplemente eutanasia, esto es, la acción médica que tiene por objeto poner fin a la vida del paciente crónico o terminal en situación de grave sufrimiento, que previa y reiteradamente, lo ha solicitado”. Otro concepto, que también suscita debate, es “el suicidio médicamente asistido, que no deja de ser una variante de la anterior”. “Las diferentes posturas están de acuerdo en que la obstinación terapéutica es inmoral, aunque no será fácil en ciertas circunstancias saber si se está incurriendo en esa obstinación. Pero es importante esta afirmación general, en contra de ciertos planteamientos que siguen afirmando que los católicos somos doloristas“.
El especialista en bioética citaba en su análisis un programa de Cuatro emitido en abril de 2008 y titulado Mi muerte es mía donde se insistía “en lo bien organizada y regulada que está en Holanda la eutanasia, lo que impedía que hubiese errores”. En dicho reportaje se recogía una serie de casos que en el país habían generado una jurisprudencia que supuso la aceptación práctica de la eutanasia a finales de los 80, mucho antes de que su Parlamento legislase al respecto (año 2001): una mujer mayor y divorciada perdió a sus dos hijos por suicidio, lo cual le provocó una depresión, y el tribunal aceptó que esa enfermedad era válida para ayudarla a suicidarse; un ginecólogo terminó con la vida de un recién nacido discapacitado y el tribunal decidió que el médico quedase exento de condena porque el sufrimiento de dicho recién nacido iba a ser tan grave que seguir vivo en ese estado iba a ser peor que estar muerto; en 2004, un tribunal volvió a admitir la eutanasia por compasión para niños menores de 12 años…
Todos estos casos indican que “se ha producido un desplazamiento desde la situación en la cual la eutanasia sólo era un caso excepcional al final de la vida, a nuevas situaciones existenciales muy comunes en las cuales ya no se desea seguir viviendo”. Y por eso alerta José Ramón Amor: “En el contexto de sociedades envejecidas e individualistas, en donde los ancianos y las personas dependientes cada vez tienen menos valor social, es preocupante adónde puede llevar una despenalización de la eutanasia“.
Vida Nueva

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