Sunday, February 15, 2009

La homilía de Betania: PARA EL SEÑOR EL HOMBRE ESTÁ SOBRE LA LEY

Por José María Maruri, SJ


1.-Esta escena supone el más perfecto destrozo del Derecho Canónico de aquellos tiempos, o sea el Levítico. Porque el leproso debía mantenerse lejos, nunca salir al camino al encuentro de nadie, ni para recibir comida que se la tiraban como a un perro. Y tenía que gritar “tame”, “tame”: impuro, impuro, Pero es leproso “progre” se abalanza al camino, se postra al pie mismo de Jesús y le grita con el desgarro de un muerto en vida: “si quieres, puedes limpiarme”.


Y Jesús que sabe de memoria el canon en que se manda no tocar a los leprosos, lo toca y conmovido en sus entrañas, como se dice en griego, le contesta: “Quiero, queda limpio”.
Había que criticar la acción de Jesús porque se salta una ley de su Iglesia. La contestación correcta, legal y moral hubiera sido: “Apártate de mí, que la ley de Moisés te prohíbe acercarte a nosotros porque eres impuro”.


Y con esto Jesús, de un plumazo, hubiera acabado con el cristianismo, pero hubiera cumplido la ley. Y es que para el Señor el hombre está sobre la ley. En otra ocasión iba a decirnos “que el sábado es para el hombre, no el hombre para el sábado”. Y los fariseos no le entendieron porque aquello no estaba en el Derecho Canónico.



2.- Cuántas veces nuestra ley, no la de Dios, nos hace transgredir la única ley del Señor Jesús: “amaos los unos a los otros”. Con la ley de Dios en la mano repudiamos a los divorciados, a los casados por lo civil, a las madres solteras, a los homosexuales, a los drogadictos, a los enfermos de sida (los leprosos de hoy.


Y de un plumazo repudiamos la ley del amor, y al mismo Dios, que se hace uno con los divorciados, con los casados por lo civil, con las madres solteras, con los homosexuales, con los drogadictos, con los enfermos de sida. En ellos se esconde el Señor y desde ellos cuántas veces nos dirán a nosotros “si quieres”


--Si quieres puedes darme tu comprensión

--Si quieres me harás sentirme persona no objeto marginado

--Si quieres en mi soledad encontraré compañía

--Si quieres puedes encender una luz de esperanza en medio de la desesperación de la
vida.



3.- Pero esos son los que nosotros hacemos leprosos, los que nosotros marginamos. Pero hay otros que somos leprosos. Os imagináis lo que sería si aquí mismo a cada uno de nosotros nos saliera, a la vista de todos, eso que ocultamos en el corazón. Eso que realmente mancha al hombre, que lo deforma, lo convierte en leproso: nuestras iras llevando el volante, nuestro desprecio por los ineptos, nuestras inconfesables envidias, las malas inclinaciones carnales, rencores nunca apagados, soberbia de raza y clase.


Pero creo que cada uno de nosotros si somos sinceros tendríamos que correr a los pies del Señor y decirle, pedirle, con el ansia de un muerto en vida: “Señor si quieres puedes limpiarme”.

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