Tuesday, August 18, 2009

Espacio Sagrado


Mateo 19: 23-26
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "Creedme; difícilmente entrará un rico en el Reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de los Cielos". Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: "Entonces, ¿quién puede salvarse?" Jesús se les quedó mirando y les dijo: "Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo". Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: "Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte. ¿Qué recibiremos?". Jesús contestó: "A ustedes que me han seguido, yo les digo: cuando todo comience nuevamente, y el Hijo del Hombre se siente en su trono de gloria, ustedes también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo el que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o propiedades por causa de mi Nombre, recibirá cien veces más y tendrá por herencia la vida eterna. Muchos que ahora son primeros serán últimos, y otros que ahora son últimos, serán primeros".
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

El ojo de la aguja es una puerta en el antiguo muro de Jerusalem. Fué construído para que no entraran los camellos y no salieran los tesoros. Los que lo escuchaban deben haber disfrutado del juego de palabras de Jesús sobre el nombre de ese lugar, y sabían que Él tenía una forma sencilla de decir algo importante. Las posesiones nos pueden alejar de Dios.
Como la pregunta del día de ayer, podemos preguntarnos cuál es la carga pesada que nos impide alcanzar la libertad de los hijos de Dios - el amor de la riqueza y la vida acomodada, heridas de nuestro pasado, o sólo nuestro orgullo de querer estar a cargo de nuestra propia vida.

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