Wednesday, April 28, 2010

Una oración para el amanecer de un nuevo día



Salmo en busca de libertad

Sálvanos, Señor, que se acaba la lealtad, que desaparece la sinceridad entre los hombres:
no hacen mas que mentirse unos a otros, sus palabras son engañosas y halagadoras,
hablan con segundas intenciones en su corazón.
Sus periódicos están llenos de mentiras, y sirven a los intereses de unos pocos.
Nos aturden con los anuncios de sus productos, y ofrecen la felicidad que no pueden dar.
En la lengua tienen puesta su valentía. Confían en sus labios y quieren esclavizarnos.
Pero Tú, Señor, has visto la opresión del humilde, y oyes el lamento del pobre sin defensa.
Levántate y líbranos de sus cadenas, no dejes que nos engañen sus anuncios y promesas.
Tus palabras sí que son palabras auténticas, como plata limpia y refinada.
Tú nos guardarás, Señor, nos librarás para siempre de esa gente, de aquellos que sólo buscan su interés, de los que han hecho de la palabra el arte de engañar a sus iguales.
Yo quiero ser libre. Y amo la libertad;
Libre en busca de nuevas ideas para mis sueños.
Libre, como protagonista de nuevos proyectos;
como alguien que ya no es niño y quiere ser hombre.
Libre, como alguien que tiene sus razones y quiere decirlas;
como alguien que no necesita indicadores de camino.
Libre, como alguien que ya se siente responsable;
como alguien que ha estrenado libertad.
Señor, ¿no es tu Evangelio un canto al corazón libre?
Ayúdame, Señor, a buscar mi rostro,
a descubrirme por dentro,
a aceptarme como en realidad soy.
Ayúdame, a aguantar mis miedos, mis inseguridades,
a superar mis fracasos y salir de mis derrotas.
Ayúdame a seguir adelante y no volver atrás,
a superar mis desánimos y mis desilusiones.
Ayúdame a saber comenzar cada día: ¡ siempre !
Tú, Jesús, eres como la roca firme junto al mar,
eres como la raíz fuerte que aguanta el árbol.
eres como el manantial que alimenta el río,
eres como cantimplora en pleno desierto.
Tú, Jesús, eres la fuerza, el apoyo que necesito
Señor Jesús, no quiero quedarme encerrado en mí mismo;
rompe mi caparazón, derriba mi muro, y sé para mí Puente,
ese Puente que necesito para pasar del cerco de mis amarras a la libertad
de un corazón nuevo y lleno de vida.
Un corazón libre, puro, limpio y transparente
crea en nosotros, Señor, para poder ver tu rostro.
Un corazón humilde, manso y fraterno,
crea en nosotros, para que tu presencia se haga fiesta gozosa en nuestra marcha.

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