Thursday, December 09, 2010

Cárcel de San Miguel: el impacto de la tragedia y la acción de los agentes pastorales


Un fuerte impacto provocó en los agentes pastorales que trabajan en la Pastoral Penitenciaria de la Iglesia en Santiago, la tragedia ocurrida en el penal de San Miguel. El hecho caló profundamente en sacerdotes, catequistas y voluntarios que a diario visitan las cárceles de la capital llevando la Palabra del Evangelio.
Apenas se supo de la tragedia provocada por el incendio en la madrugada del 8 de diciembre pasado, numerosos agentes pastorales, consagrados y laicos, se hicieron presentes en el lugar para mitigar en parte el dolor de los familiares de los 81 internos que perecieron. Es así como llegaron el Padre Gerardo Ouisse, párroco de la parroquia San Cayetano de la Legua; el Vicario de la Zona Sur, Padre Miguel Hobban, y el Padre Alfonso Baeza, entre otros.
El capellán nacional de Gendarmería, Padre Jaime Nawrath, estaba en Antofagasta, visitando recintos penales de esa zona, cuando se enteró el incendio. De inmediato regresó a Santiago y se dirigió a la cárcel afectada, donde conversó con los internos, personal de prisiones y los familiares de los reos. “Ver los muertos y todo eso fue algo escalofriante”, confiesa.
Añade que “lo que pasó es un problema nacional Yo creo que todos debemos hacer un “mea culpa” y preguntarnos cuál podría ser nuestro aporte. Porque seguir construyendo cárceles no soluciona el problema de la delincuencia. Hay que prevenir. Hoy día la familia está destruida, entonces los niños se están criando prácticamente marginados de toda posibilidad de educación. El tema es muy complejo, pero todos tenemos que ponernos en marcha y hacer nuestro aporte”.
El Padre Nawrath recordó la propuesta de indulto de la Iglesia Católica, en la que planteaba liberar a determinados reos, siempre que no estuvieran involucrados en hechos de sangre, como los primerizos, enfermos terminales y autores de delitos menores.
Abocarse al tema de fondo
Por su parte, el Padre Marcelo Mancilla, capellán metropolitano de Gendarmería, quedó impactado por la visión de los cuerpos de los reos quemados. “Cuando tú miras los cuerpos de las personas, tan jóvenes, que están ahí, a un metro tuyo y, a la vez, tan lejos… me sentí tan inútil ante esa realidad. Pero sí puedes hacer una oración, celebrar la eucaristía por ellos. También hay que hacer algo por los que están vivos”.
Enterado de la noticia se fue a la unidad de San Miguel, donde acompañó al Cardenal Errázuriz en su vista al recinto carcelario. Destaca la situación del personal, “al que le tocó vivir esa situación tan dura”.
Agrega el Padre Mancilla que “siento una pena muy grande. Las decisiones que se están tomando están un poco lejanas de las urgencias que hoy día tenemos. Estamos todavía preocupados de lo que no es urgente. Si estamos sobrepoblados, para qué les vamos a repartir colchones y camas si no tenemos dónde poner a la gente. Siento que estamos poniendo la mirada donde no hay que mirar, tomando medidas que no van a resolver el problema”.
Afirma que hay que apuntar a la infraestructura, a un personal adecuado para la cantidad de internos y al mismo sistema carcelario. Hay que implementar medidas alternativas de pena que sean efectivas. Hay gente encarcelada por puras leseras, que son delitos, pero que no merecen cárcel. Con eso lo único que hacemos es criminalizar más a nuestra juventud”.
La Palabra de Dios da sentido a sus vidas
Carlos Hidalgo, casado, consultor informático, forma parte de un equipo de catequistas que está evangelizando en la cárcel de San Miguel. Asegura que la palabra que entregan los reos la acogen “con mucha seriedad”. Agrega que los internos “se ven duros, firmes, pero la mayoría se quiebra cuando les tocamos temas sensibles para ellos. Hacen muchas preguntas. Son gente que está muy abierta a escuchar la Palabra de Dios”. Dice Carlos Hidalgo que en la cárcel “hay una necesidad grande, real, no sólo de reinsertarse en el mundo laboral, sino de un cambio en sus vidas, de algo que les dé vuelta el sin sentido con que viven. Son personas que están con una necesidad increíble de recibir afecto, cariño, y de encontrar un sentido a sus vidas”.
Respecto del apoyo que ha dado el Cardenal Francisco Javier Errázuriz a las catequesis en los recintos penales, señala que “ahora con mayor razón. De los que murieron, ojalá que algunos de ellos hayan sido de los que escucharon el kerygma que les anunciamos –hay uno que yo sé que sí lo escuchó- y que se hayan ido con ese mensaje, que Dios los ama”.
Cambiar el corazón de piedra
Nancy Velásquez, virgen consagrada, que conoce la realidad carcelaria de Chile, envió un e-mail a sus contactos el pasado miércoles 8 de diciembre, en el que relata la experiencia vivida ese día: “Hoy a las 8:00 A.M. me enteré de la tragedia de la cárcel de San Miguel. Una fuerza impresionante me empujo a dejar mi casa y mi proyecto para el día y partir a ponerme al servicio de los hermanos que sufren. Hoy, día de la Inmaculada, le dije a María Virgen: ‘Que mi misa de hoy sea contigo y allí’ (...) Al llegar a las afueras del penal cerca de mil de personas y un silencio impresionante. Nada mas acercarme a las puertas del penal vi mujeres tan angustiadas, madres, esposas, hijas. Pongo énfasis en el género es que como mujer comprendí instantáneamente el dolor de mis hermanas”.
Luego agrega: “Mientras rezábamos con las familias también lo hacía por el capellán de la Unidad. Intuí que el estaba siendo testigo ocular de esta tragedia al interior del penal. Le pedí a Dios que le dé fuerza. Que sintiera que estábamos ahí con él. Más tarde me alegro saber que el Cardenal también estuvo ahí. Señor no permitas que se nos transforme en piedra el corazón, permite que los que lean este mail también escuchen tu voz y dejen sus casas y sean tu instrumento de paz”.
Santiago, 09/12/2010

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