En una carta abierta a Roma, los Frailes Menores piden que se respeten las reglas
MARIA TERESA PONTARA PEDERIVAROMA
Algunos ya están hablando de efecto “boomerang”, pero lo cierto es que se trata tan solo del comienzo. Las reacciones a la investigación vaticana de la LCWR, la organización que representa a la mayoría de las monjas estadounidenses, no parecen disminuir. Después de las cartas, manifestaciones (como la que se llevó a cabo en Washington la semana pasada, en donde el Nuncio apostólico, Viganò, abrió las puertas de su “embajada”), después del apoyo de personajes del mundo de la cultura, periodistas, religiosos (como el jesuita James Martin), ahora es toda una “provincia” religiosa, la de los Frailes Menores de los Estados Unidos, la que ha enviado a Roma una carta abierta, con fecha del 31 de mayo, para apoyar a las monjas.
La carta lleva la firma de los responsables de las 7 provincias estadounidenses. No hay que olvidar que un estadounidense (hasta ahora el único en la historia de la Orden que fundó San Francisco), el padre John Vaughn de la provincia de Santa Barbara (que engloba a todos los estados del oeste del país), fue ministro general de la Orden, por lo que vivió en Roma desde 1985 hasta 1991.
Los religiosos franciscanos expresan «mucha preocupación» por la prevista «evaluación doctrinal» para con las religiosas estadounidenses por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe (que dirige otro estadounidense, el cardenal William Levada), porque, según los responsables de los Frailes Menores de los Estados Unidos, podría, «inadvertidamente, alimentar un clima de división y de confusión».
«También escribimos para expresar solidaridad a ustedes, Monjas, y apoyarles en este momento tan difícil. Como ustedes, nos esforzamos en cada cosa que hacemos para construir el pueblo de Dios».
«Es incontestable que Dios se ha y se sigue revelando, incluso metiante el testimonio de las religiosas de los Estados Unidos», recuerdan. Escuelas, hospitales, instituciones para ayudar a los pobres fueron fundados y funcionan en el país gracias a institutos religiosos tanto masculinos como femeninos, pero este no es el único servicio de los que han optado por los consejos evangélicos, escriben los Frailes.
A caballo entre el siglo XX y el XXI ha habido «momentos de enorme importancia social, auténticos cambios políticos y culturales» (el recuerdo del 11 de septiembre sigue todavía muy vivo en los Estados Unidos, tanto que no es necesario ni siquiera citarlo). «Estos cambios nos imponen, en calidad de miembros fieles de la Iglesia, hacernos algunas preguntas que en un primer momento pueden parecer discutibles o incluso fuera de lugar, pero que en realidad se plantean justamente porque, en calidad de religiosos, nosotros podemos vivir de forma auténtica los carismas que hemos recibido, respondiendo a los “signos de los tiempos”. Como, por lo demás, nos indican tanto el Decreto del Concilio sobre la Renovación de la vida religiosa y otros documentos sucesivos».
Los Frailes se dicen convencidos de que muchas de las cuestiones que deben afrontar en la sociedad actual son desafíos para responder mejor, y con fidelidad, al Evangelio, a la Iglesia y a los carismas de los Fundadores.
Además dicen estar muy «preocupador por el tono y la orientación de la evaluación doctrinal», que definen como «excesivos». Les preocupa que el esfuerzo de las mojnas por un servicio honesto se pueda convertir en un mero control por parte de la Iglesia, que a la larga podría terminar por «reprimir cualquier tipo de discernimiento ulterior». Y esto se podría repetir con otros sectores y grupos dentro de la Iglesia.
«Cada uno tiene un ámbito que le compete», escriben los Franciscanos, y aquí, lo que está en juesgo es la histórica cuestión de la autonomía de las órdenes y de las Congregaciones religiosas con respecto a las diócesis y, a final de cuentas, con respecto al Vaticano. Con ello, explican, no hay que entender que lquier intervención a nivel social o cultural significa inmediatamente poner en duda la autoridad del magisterio de la Iglesia».
En lugar de una vigilancia excesiva sobre la LCWR, concluyen, tal vez se podría ofrecer un mejor servicio al pueblo de Dios siguiendo la dirección de un nuevo esfuerzo para articular todos los matices de la moral católica. Esta sería la ocasión, según los Frailes Menores, para transformar este momento en un diálogo mayor, tal y como indica el documento “Mutuae Relationis” sobre las relaciones entre los obispos y los religiosos.
«Esperamos que nuestros obispos pongan la máxima atención al revisar su modo de actuar», afirman en referencia con la Comisión de investigación que dirige el obispo de Seattle, Sartain, y que está compuesta exclusivamente por obispos, sin que haya ninguna representación de las monjas.
La carta concluye con fraternalmente, garantizando oraciones, pero el contenido de la misma expresa toda la dignidad de quien pide que se respeten las reglas y los pronunciamientos del Magisterio.
Vatican Insider
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