Sunday, June 24, 2012

Evangelio del domingo 24 de junio de 2012



Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. 
Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. 
A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; 
pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan". 
Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre". 
Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. 
Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan". Todos quedaron admirados. 
Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. 
Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. 
Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor estaba con él. 
El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.

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