Integrante del "Club de San Isidro" moderado episcopal
Surgió en los 80 como un ala centrista en medio de una Iglesia muy conservadora
Fernando María Bargalló, un porteño de 57 años, podría decirse que integra dentro del casi centenar de obispos del país la corriente conocida como "Club de San Isidro" porque su principal líder era el hasta el año pasado obispo de San Isidro, Jorge Casaretto, que debió renunciar por llegar a la edad límite de 75 años.
El "Club de San Isidro", surgido en los ''''''''''''''''80 como un ala centrista en medio de una Iglesia muy conservadora, contó con pocos, pero muy activos miembros en el campo político y social: Además de Casaretto, el recordado obispo de Morón Justo Laguna, y el ex obispo de Azul Emilio Bianchi Di Cárcano fueron sus pilares.
Con inocultables simpatías por el alfonsinismo y muchas aprehensiones con el peronismo, se convirtieron en los defensores de Alfonsín dentro de una Iglesia que le criticaba la ley de divorcio, el nombrar un ministro de educación ateo y otras cosas por el estilo a las que hoy no se les daría relevancia.
Con Menem fue al revés: se ocuparon de contrapesar con críticas a la corrupción y al deterioro social los elogios hacia el riojano del sector más conservador del Episcopado y del propio Vaticano por su alineamiento con la posición antiabortista de la Santa Sede en los foros internacionales.
En ese marco se produjo el temprano ascenso como obispo de Bargalló impulsado por monseñor Laguna. Del clero de su diócesis, logró que en 1994 el Papa lo nombrara su obispo auxiliar. Tenía sólo 40 años. Fueron sus consagrantes Casaretto, Bianchi Di Cárcano y el propio Laguna.
Con la llegada del nuevo milenio, el "Club de San Isidro" fue perdiendo relevancia porque el grueso del Episcopado se volvió moderado. En 2006, Bargalló fue elegido por el voto de sus pares presidente de Cáritas, la institución solidaria con mejor imagen en el país, sucediendo a Casaretto.
De bajo perfil, algunos dicen que Bargalló tiene una relación complicada con el intendente de Merlo, Raúl Othacehé. Ahora, es evidente que alguien se tomó el trabajo de seguirlo o hacerlo seguir hasta México para fotografiarlo y, llegado el momento, intentar perjudicarlo.
En verdad, no es el primer obispo que se intenta desplazar por una cámara. Hace unos años una filmación mostró al titular de la diócesis de Santiago del Estero Juan Carlos Maccarone –otro progresista moderado- en una situación impropia con un remisero.
Maccarone fue inmediatamente separado. ¿Qué pasará con Bargalló?
El "Club de San Isidro", surgido en los ''''''''''''''''80 como un ala centrista en medio de una Iglesia muy conservadora, contó con pocos, pero muy activos miembros en el campo político y social: Además de Casaretto, el recordado obispo de Morón Justo Laguna, y el ex obispo de Azul Emilio Bianchi Di Cárcano fueron sus pilares.
Con inocultables simpatías por el alfonsinismo y muchas aprehensiones con el peronismo, se convirtieron en los defensores de Alfonsín dentro de una Iglesia que le criticaba la ley de divorcio, el nombrar un ministro de educación ateo y otras cosas por el estilo a las que hoy no se les daría relevancia.
Con Menem fue al revés: se ocuparon de contrapesar con críticas a la corrupción y al deterioro social los elogios hacia el riojano del sector más conservador del Episcopado y del propio Vaticano por su alineamiento con la posición antiabortista de la Santa Sede en los foros internacionales.
En ese marco se produjo el temprano ascenso como obispo de Bargalló impulsado por monseñor Laguna. Del clero de su diócesis, logró que en 1994 el Papa lo nombrara su obispo auxiliar. Tenía sólo 40 años. Fueron sus consagrantes Casaretto, Bianchi Di Cárcano y el propio Laguna.
Con la llegada del nuevo milenio, el "Club de San Isidro" fue perdiendo relevancia porque el grueso del Episcopado se volvió moderado. En 2006, Bargalló fue elegido por el voto de sus pares presidente de Cáritas, la institución solidaria con mejor imagen en el país, sucediendo a Casaretto.
De bajo perfil, algunos dicen que Bargalló tiene una relación complicada con el intendente de Merlo, Raúl Othacehé. Ahora, es evidente que alguien se tomó el trabajo de seguirlo o hacerlo seguir hasta México para fotografiarlo y, llegado el momento, intentar perjudicarlo.
En verdad, no es el primer obispo que se intenta desplazar por una cámara. Hace unos años una filmación mostró al titular de la diócesis de Santiago del Estero Juan Carlos Maccarone –otro progresista moderado- en una situación impropia con un remisero.
Maccarone fue inmediatamente separado. ¿Qué pasará con Bargalló?
Valores religiosos
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