Gilberto Faggion y Lucas Luz
En la tarde del Miércoles, 20 de junio, miles de personas se reunieron en el centro de Río de Janeiro para la Marcha Mundial, organizado por la “Cumbre de los Pueblos en Río+20 para la Justicia Social y Ambiental,” evento organizado por la sociedad civil global. Ciertamente, la Marcha Mundial no fue homogénea, es decir, que se caracteriza más bien como una multitud, en el sentido acuñado por los filósofos Antonio Negri y Michael Hardt. Una pluralidad real, tal vez una característica de una sociedad opulenta.
Fue una demostración de que expresa los dilemas estratégicos que tiene planteada la humanidad, tratando de encontrar alternativas al capitalismo global, avanzando en la crítica al modelo de civilización existente, tratando de expresar la voluntad de una relación más equilibrada con la naturaleza. Por otra parte, en expresión conocida de Edgar Morin, “nuestro tiempo de cambio se ha convertido en un cambio de época.”
Una manera de entender mejor la diversidad de la marcha, su pluralidad, es tratar de escuchar y observar a diferentes individuos que participaron.
Idón Moisés Chivi Vargas (de Bolivia y miembro de los aymaras gente de los Andes y el Altiplano regiones de América del Sur) expresa con vehemencia la diferencia de la Cumbre de los Pueblos y su marcha con Río+20: “en la conferencia oficial Río+20 están decidiendo el color de la tinta con que firmarán el acta de defunción del planeta. Aunque haya países pequeños que tratan de cambiar esta situación, lo que están decidiendo es sólo el color de la tinta. La Cumbre, la marcha, es la expresión de la diversidad que nos ofrece la Madre Tierra. Se trata de un movimiento de la vida, de sus posibilidades.”
Pueblo indígena Xavante de Marãiwatsédé, del estado de Mato Grosso en el Amazonas, bailó, cantó y protestaron a lo largo de la marcha. De acuerdo con el Arimathea, un Xavante, hace 20 años la tierra fue demarcada y reconocida, pero los agricultores todavía la ocupan. Afirma no entender lo que sucede con el sistema de justicia de Brasil en relación con los indios, y su tribu.
También en forma de canción y danza, los miembros de la Escuela de Samba de la comunidad de Vigário Geral en Río de Janeiro, defendieron y difundieron la idea de un proyecto iniciado en Alemania, llamado Bread Tank, o tanque de pan, que apoya la reorientación de las inversiones militares.
Podemos añadir a estas declaraciones las del señor Adán, de Río de Janeiro, un residente de Baixada Flumininense, portero en un edificio de oficinas, que estaba en la puerta del edificio en el que trabaja, viendo la manifestación. Preguntado sobre su percepción de la marcha dijo: “Tienen que hacerlo mucho más. Aunque sea un barullo. Si no hacen ruido nadie se da cuenta y nadie se entera. Hay que poner al gobierno en una situación difícil. No importa que paren el tráfico y la ciudad. Hay que hacer algo. La corrupción, la contaminación, los bajos salarios, todo esto precisa un cambio.”
Las expresiones en la marcha fueron muy variadas, a las anteriores habría que añadir: manifestaciones relacionadas con el género, la libertad de orientación sexual, en contra de la inducción de los medios de comunicación que lleva al consumismo infantil, la violencia en el medio rural, en favor de los derechos de los animales, el movimiento vegano, entre muchos otros proyectos. Si no fuese suficiente esta multiplicidad de actores, de movimientos, de perspectivas, las cuales tienen en común el deseo de una sociedad diferente, también se unieron a la marcha, una serie de movimientos en huelga, como los empleados federales, y un grupo de tres sindicatos.
Por último, esta diversidad de propuestas, que a menudo no está bien definidas, que se expresan en forma de protesta, apuntan a iniciativas diversas, algunas pequeñas, locales, sin embargo, confrontadas a la lógica de la complejidad, tal vez, podrían dar lugar a cambios significativos. La verdad es que la marcha pretendía ser un contrapunto a la oficial Río+20. Lo que nos permite recordar lo que Zygmunt Bauman, un sociólogo polaco, señaló, “lo nuevo está en disputa y de esa disputa sobrevivirá un proyecto emancipatorio, o no.”
Los autores son desde el Instituto Humanitas Unisinos, una universidad jesuita.
Ecojsuit
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