Una de las dirigentes de la LWCR, sor Pat Farrel, rompe el silencio con una entrevista radiofónica a la NPR. «El mundo camina, la doctrina no puede permanecer estática»
MARIA TERESA PONTARA PEDERIVAROMA
Muchos piensan que se trata de algo más que una coincidencia, pero, al día siguiente del anunciado “cambio de guardia” en la dirección de la Sacra Congregación para la Doctrina de la Fe (del estadounidense Levada al alemán Müller), las monjas estadounidenses de la LWCR, la asociación que representa al 80% de las religiosas del país y que está preparando su asamblea nacional para el mes de agosto, rompen el silencio y aceptan hablar sobre la investigación en su contra.
No es una casualidad que la primera en hablar haya sido justamente la presidenta, Pat Farrel, número dos de la Congregación de las Monjas Franciscanas de Dubuque, Iowa: durante una entrevista con la National Public Radio, en uno de los programas más escuchados. Después de indicar cuál había sido la respuesta oficial de las monjas a las acusaciones del Vaticano («sin fundamento» y «potencialmente destructivas para que lleven a cabo su misión») su reflexión fue más allá: «Considero que existen cuestiones todavía ignoradas por la Iglesia, pero sobre las que es necesario un auténtico diálogo, pero no parece que haya en este momento un clima favorable».
Según sor Farrel, existe una cuestión fundamental: ¿es posible formar parte de la Iglesia, pero con una mentalidad de diálogo y discusión? Porque, dice, «a veces no hay una diferencia tan neta entre lo blanco y lo negro, sino que las situaciones son mucho más complejas y cambian rápidamente bajo nuestra mirada». «Nuestra esperanza es la de contribuir a la creación de un clima de sinceridad y de respeto en el que la jerarquía y el resto del pueblo de Dios puedan indicar cuestiones, discutirlas en un clima de sinceridad y respeto recíproco, con el objetivo de buscar juntos la verdad y las soluciones. Pero el mandato que algunos obispos estadounidenses han recibido de la Congregación vaticana va en la dirección opuesta y deja presumir más bien la clausura del diálogo».
Una de las cuestiones en la mesa, sobre la que cayó la “rabia”de Levada, es la doctrina en materia de sexualidad, pero también en este punto sor Farrel no pretende que le hagan a un lado los que la rechazan. Todo lo contrario. «El problema es que la enseñanza y la interpretación de la doctrina no puede permanecer estática, mientras el mundo camina: hay que reformular constantemente, a partir de algunos principios de fondo. Como religiosas, estamos en contacto cotidianamente con las mujeres que viven en los márgenes de la sociedad y sus vidas son más complicadas de lo que se pueda imaginar. Nuestra misión es la de ponernos al lado de los más pobres, pero sus cuestiones, como todas las realidades humanas, son mucho menos “blanco y negro” de lo que pueden ser algunas teorías. La jerarquía no tiene la tarea de pasar sus jornadas entre los que no tienen techo, pero las religiosas sí».
Pero el discurso no podía dejar de afrontar su postura en relación con la lucha contra el aborto, que, según Roma, sería demasiado “blanda”. «Considero que todas las religiosas siempre hemos expresado nuestro apoyo al tema de la vida, es más, toda nuestra experiencia es “pro-vida”, pero vida completa. Nuestra esperanza es que también lo sea a nivel de acción política, mientras que nos parece que hay una postura “pro-feto”, en lugar de una postura “pro-vida” global. Porque los derechos de los que no han nacido todavía son ya un emblema de los derechos de los que ya nacieron. Sostener la vida, toda la vida, significa ocuparse incluso de los que se encuentran marginados por la sociedad: los despreciados, los enfermos mentales crónicos, los ancianos, los reos, todos los condenados a muerte. Nosotras hemos alzado nuestras voces en contra de la pena de muerte, de la guerra, del hambre incluso aquí. La Iglesia habla a favor del feto, pero calla sobre otras tantas cuestiones vitales, y es una distorsión».
Hay que recordar que, después de todas las manifestaciones espontáneas y formales de apoyo a las monjas, como la completa adhesión de todos los superiores de las 7 provincias de los Frailes Menores de Estados Unidos, las monjas también cuentan con el apoyo de muchos comunicadores oficiales de la Orden de los Agustinos, de los Saverianos y de toda la Conferencia de los Superiores Mayores, la parte respectiva masculina de la LWCR.
Vatican Insider
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