El centro de formación religiosa a 60 km. de Asunción es el fruto de la creatividad de los padres redentoristas italianos y del pueblo paraguayo
LUCIANO ZANARDINIASUNCIÓN
Hace 5 años, después de 33 meses de trabajo (sin accidentes) se inauguró el Centro de formación cultural y religiosa “Marianela” en Atyrà, una población paraguaya a 60 km. de la capital Asunción y a 15 del santuario de Caacupé.
La Casa de retiro, que acoge a adolescentes, familias, sacerdotes y religiosos en 7 mil metros cuadrados, es un oasis de espiritualidad en un país con profundas diferencias sociales, pero con un fuerte sustrato religioso y, sobre todo, mariano. La estructura es el fruto de la providencia, una providencia que principalmente tiene nombres y rostros italianos.
Dedicado a la Virgen del Perpetuo Socorro, nació de una idea del padre redentorista italiano Attilio Cordioli, que vive en Paraguay desde 1970. Lo que era solo un sueño, ahora se ha vuelto realidad, sobre todo gracias a la comunidad de Bussolengo (el grupo de Alpinos, escuelas, la fundación Cassa di Risparmio di Verona y algunos empresarios, por citar a algunos) que mandan material; en Bussolengo, entre otras cosas, hay un santuario dedicado a la Virgen del Perpetuo Socorro. Es justo recordar que la congregación Redentorista de la Provincia Romana ofrece sus servicios en Paraguay desde 1951 en dos vertientes: la evangelización mediante las misiones populares y la acción en el mundo escolar. El objetivo es el de construir un Paraguay nuevo, firme en la fe,involucrando a los jóvenes (el 70% de la población tiene menos de 30 años y el 50%, menos de 15).
La estructura “Marianela”, cuyo nombre deriva del barrio de Nápoles Marianella, en donde nació el fundador de los Misionarios Redentoristas San Alfonso María de Liguori (1696-1787), cuenta con 93 habitaciones, una Iglesia, espacios culturales y otros tantos dedicados a la agricultura y a la ganadería. Uno de los símbolos de la construcción es Aldo Arias, la “estafeta voladora” (entonces tenía 14 años), que fue contratado (con otros 100 obreros del lugar) para que pudiera ocuparse de su madre enferma y de sus cinco hermanos con el salario que le ofrecían.
Hoy, la casa se presenta ante los ojos de los visitantes como una gran abadía, como si el reloj retrocediera, por su claustro, sus mosaicos y el verde alrededor. El padre Cordioli, orihundo de Mozzecane (en Verona, Italia), con la genialidad que le caracteriza, ha ideado y se ha ocupado de cada aspecto, usando materiales reciclados (lajas y mármoles) en una explosión de colores y de dibujos porque, «la diferencia crea la armonía». Con un poco de fantasía, con una idea clara (colores diferentes pero con una geometría idéntica) y sin gastar mucho: el resultado podría ser un ejemplo para muchos arquitectos. En la belleza del lugar también se aprecia la mano de un artista local que ha esculpido la madera: cada puerta o marco tiene una composición diferente. Si en la construcción fue necesaria la unión de los dos pueblos, el paraguayo y el italiano (para mayor información se puede consultar el sitio www.santuariobussolengo.it/paraguay.aspx), hoy esta relación sigue avanzando solidariamente: hay un proyecto de adopción a distancia para ofrecer a los chicos la posibilidad de obtener una formación escolar.
Vatican Insider
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