Si el Espíritu se va a incorporar a nuestra oración, necesitaremos estar en un lugar como un desierto, donde casi nada sucede. En Oseas 2:16, Dios dice de su pueblo Israel:
“Por eso, ahora la voy a conquistar, La llevaré al desierto y allí le hablaré a su corazón”
El tiempo que dediques a orar puede parecer como un desierto, cuando apagues tu celular, Ipad, radio o televisión. Te habrás retirado del ruido y las habladurías que te aprisionan en tu superficie, y te preguntarás si algo que valga la pena podrá suceder ahora. Pero Dios quiere llevarte a lo profundo de tu propio corazón, y encontarse ahí contigo. Por eso, es bueno crear esas condiciones desérticas que fortalecen tu sensibilidad a la Palabra de Dios. Serás conquistada/o por el atractivo de Dios, y Dios hablará a tu corazón.
La Promesa de Dios en Oseas aparece en la historia de Moisés, un hombre común, como nosotros. (Exodo, capítulo 3). Esto puede ayudarnos.
Moisés ha guiado a su rebaño “al otro lado del desierto, y han llegado a Horeb, la montaña de Dios”. Moisés se detuvo y quedó en silencio. Ahora está en un lugar ideal para captar la atención de Dios. Tú también puedes vivir más lentamente y así podrás captar como Dios se acerca delicadamente a tu corazón.
Luego, Moisés encuentra la zarza ardiendo sin parar, y queda fascinado. Aquí Dios está cautivando a Moisés. Luego Dios lo llama por su nombre: “¡Moisés! ¡Moisés!”. Dios también te llama por tu nombre; eres reconocida/o…por Dios! También puedes sentir la atracción de Dios, cuando una frase de las Escrituras “se ilumina” para ti!. Te detienes y recibes alimento.
Moisés está siendo preparado para encontrarse con el Dios Vivo. Dios le dice que se encuentra en “suelo sagrado” – el territorio de Dios. Luego se revela en una forma que Moisés puede entender: “Yo soy el Dios de tus antepasados”.
Este íntimo encuentro toca las profundidades del ser de Moisés. Dios le habla a su corazón. Moisés “escondió su rostro, porque temía mirar el rostro de Dios.”
Dios también actúa en tus oraciones. Tu desierto es un lugar agraciado. No te muevas y deja que las cosas de Dios toquen tu corazón. Invita a Dios que susurre tu nombre, que encienda una pequeña llama en tu corazón, y que te diga cómo te ama.
- Adaptado del libro “Cuando Oras” (When You Pray), de Finbarr Lynch SJ, Dublin: Messenger Publications, 2012.
Espacio Sagrado
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