Recorrido por los grupos de los cardenales que “orientan” la elección del Pontífice
GIACOMO GALEAZZICIUDAD DEL VATICANO
¿Qué tienen en común el ministro vaticano de los Religiosos Joao Braz de Aviz, el presidente emérito del Pontificio Consejo para la Familia Ennio Antonelli y muchos de los electores sudamericanos? La cercanía al movimiento de los “Focolares”. En cambio, el arzobispo de Nápoles Crescenzio Sepe, el de Sarajevo, Vinko Puljic y el polaco Dziwisz son muy cercanos a la Comunidad de Sant’Egidio. El potente líder de Propaganda Fide, Fernando Filoni, tiene fuertes vínculos con los Neocatecumenales. El cardenal de Lima Cipriani es uno de familia en Villa Tévere (cuartel general del Opus Dei). Otros muchos frecuentan Villa Nazareth, residencia universitaria presidida por el cardenal Achille Silvestrini y cercana al ala diplomática de la Curia Romana. Hay relaciones y afinidades geográficas y transversales que vinculan a los purpurados en pequeños grupos. Y esto tendrá su efecto en la Capilla Sixtina, cuando tse lleve a cabo la elección del nuevo Papa.
Un papel silencioso, pero de peso en los encuentros pre-cónclave, lo están teniendo los movimientos eclesiásticos (Focolares, neocatecumenales, carismáticos, CL, Sant’Egidio…) y los cenáculos teológicos, como la revista “Communio” que agrupan a los príncipes de la Iglesia de forma geográficamente trasversal, y que sirven como conexión entre la Curia y los religiosos diocesanos. En las residencias romanas de los conclavistas extranjeros se entrelazan consultaciones y pláticas secretas. Durante los encuentros informales, las eminencias comienzan a preparar el terreno para las candidaturas. En Roma, las Curias generalicias de las órdenes religiosas y los colegios nacionales son el punto de referencia para el “brain storming” de los purpurados, que discuten la situación de la Iglesia desde diferentes ángulos. Allí (en los discretos hostales desperdigados entre Aurelia y Gianicolo) se va configurando la lista de los “papables”.
Antes del último Cónclave, los progresistas Martini, Murphy-O’Connor, Kasper y Pompedda platicaban en Villa Nazareth sobre los posibles escenarios de la Iglesia post-wojtyiliana. Esta vez, el escenario es completamente diferente. No hay un Ratzinger como entonces. Candidatos sólidos, claro, comienzan a tomar forma, pero la situación inédita que creó la renuncia de Benedicto XVI hace muy difícil hacer previsiones. Además podría haber alguna que otra sorpresa o alianzas imprevistas. Una situación implícita en el gesto mismo de Benedicto XVI.
Hombre de Iglesia que sigue la tradición, pero capaz de hacer un gesto revolucionario. Parte integral del “establishment” wojtyliano, pero ajeno a los coqueteos de la corte. Fue elegido por su solidez doctrinal y muchos querrían un sucesor capaz de volver a impulsar la Evangelización. Pero en su gesto podemos adivinar algunas indicaciones, empezando por la necesidad de un Pontífice enérgico y capaz de hacer cambiar algunas cosas en la Curia romana.
La candidatura de Angelo Scola sigue teniendo bastante peso. Es un hombre de una cultura inmensa y compartió la experiencia con Ratzinger en la revista “Communio”, además de haber demostrado grandes dotes en Venecia antes de convertirse en arzobispo de Milán. Podría, de cualquier manera, obtener el voto de los italianos, que son el grupo con mayor representación en el Cónclave (28 electores). Puede contar con la habilidad diplomática de Comunión y Liberación, pues tiene una sólida relación con el fundador don Giussani. Sus raíces en el mundo de CL lo acercan a varios electores de todo el mundo.
También Marc Ouellet tiene buenas probabilidades. Canadiense, con una sólida doctrina y conocedor de la realidad latinoamericana, ha sido huésped en diferentes ocasiones en los Meeting de Rímini (de CL). Los “think tank”, los talleres de ideas del laicismo global actúan tras bambalinas. La fumata blanca también tendrá una cierta influencia de las cámaras de compensación “global”.
Vatican Insider
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