GÉNESIS 15, 5-18
En aquellos días, Dios sacó fuera a Abraham y le dijo:
― Mira al cielo, cuenta las estrellas, si puedes.
Y añadió.
―Así será tu descendencia.
Abraham creyó al Señor, y se le contó en su haber. El Señor le dijo:
―Yo soy el Señor que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.
Él replicó:
―Señor Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla?.
Respondió el Señor:
―Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, una tórtola y un pichón.
Abraham los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres y Abraham los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abraham, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso, y vino la oscuridad: una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados.
Aquel día el Señor hizo alianza con Abraham en estos términos:
- A tus descendientes les daré esta tierra, desde el Río de Egipto al Gran Río.
Es uno de los temas "radicales" del AT. Abraham, el padre de los creyentes, recibe "La Promesa", porque Dios pacta con él "La Alianza".
Abraham es mayor y no tiene descendencia, pero el Señor le promete "ser padre de un gran pueblo". Abraham, dice a Dios "¿Qué me puedes dar?...Voy a morir sin tener un hijo...". En este momento se presenta la promesa, ratificada por la Alianza.
En el texto hay que destacar varios aspectos interesantes.
En primer lugar la frase "Abrahám creyó a Dios", o " se fió de Dios". Abraham es presentado entre los Patriarcas, los grandes personajes de la prehistoria del pueblo, antes de su nacimiento como tal tras la salida de Egipto, como el prototipo de la Fe. Abraham es "el que creyó a Dios", contra toda esperanza.
En segundo lugar, el género casi fantástico en que se expresa "la Alianza", representando un rito de alianza entre dos reyes o dos señores poderosos. Es característico de Israel no pensar en Dios solamente como "El Amo" que puede mandar lo que quiere, sino como "El Aliado". Esta línea se explicitará fuertemente en el Éxodo y culminará en "Jesús-Salvador" como revelación de Abbá.
En tercer lugar, nos encontramos con "La Promesa" y "La Alianza" en sus términos más materiales. "Un gran Pueblo", "Una tierra". Sabemos que todo eso no es más que la prehistoria de la fe. Sabemos que va a terminar nada menos que en la promesa de una Vida Nueva, definitiva y por encima de la muerte, en el Reino de Dios. Leemos por tanto estos textos del A.T. con la reverencia de quien mira sus antepasados, entendiendo que los hombres vamos conociendo progresivamente a Dios y entendiendo cada vez nuestra relación con Él. Es importante para poder asentir a estos textos como "Palabra de Dios".
FILIPENSES 3, 17 - 4, 1
Hermanos, seguid mi ejemplo, y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en mí. Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas.
Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestra condición humilde según el modelo de su condición gloriosa, con esa energía que posee para sometérselo todo.
Así pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así en el Señor, queridos.
La carta a los Filipenses muestra el modo de vida del cristiano, que ha creído en la palabra, que se ha fiado de Dios.
Ciudadanos de la tierra - ciudadanos del cielo. Este es el dilema. Si no esperamos más que la tierra, viviremos atentos a la tierra. Si esperamos más, cambiará nuestra vida. Este es por tanto el desafío de la fe. Vivir consecuentemente con nuestra fe.
José Enrique Galarreta, S.J.
Fe Adulta
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