Sunday, September 21, 2014

LA JUSTICIA DEL AMOR FRENTE A LA JUSTICIA DEL MERCADO por Gabriel González del Estal


1. Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros. “Los primeros” tenían razón, según la lógica del mercado: ellos habían trabajado mucho más que los últimos, y en las mismas circunstancias, por tanto debían recibir más. Así funcionaba entonces el mercado y así sigue funcionando hoy día. Pero el empresario de la parábola evangélica no actuaba según la lógica del mercado, porque, según se nos dice en la misma parábola, el comportamiento del empresario era un comportamiento propio del Reino de los Cielos. Y en el Reino de los Cielos todos actuaremos como hijos de Dios y en ese Reino Dios juzgará a cada uno según la lógica del amor, no según la lógica del mercado. En este mundo unos son primeros y otros últimos, sin que esto se deba necesariamente a méritos propios. Nunca podremos saber nosotros las razones últimas por las que cada uno actúa como actúa. Sólo Dios nos conoce del todo y sabe las razones últimas de nuestro actuar. Dejemos que Dios sea Dios y, puesto que Dios es amor, alegrémonos de que Dios nos juzgue a todos según la lógica del amor.


2. Le respondieron: “nadie nos ha contratado”. De la lectura de la parábola se puede deducir que los últimos habían ido a la plaza a primera hora de la mañana a buscar trabajo, igual que los primeros. Si los otros empresarios contrataron a unos antes que a otros fue porque a ellos, a los empresarios, así les convenía; estos empresarios pensaron únicamente en su interés propio. Pero el empresario de la parábola es un empresario distinto, es un empresario que actúa como se actuará en el Reino de los Cielos, es decir, que actúa por amor a las personas. Si fue más generoso con los últimos que con los primeros, fue porque a estos, a los últimos, los vio más necesitados. A ningún trabajador dejó de darle lo que les correspondía por contrato, pero con los últimos hizo una discriminación positiva, porque, como hemos dicho, a estos últimos los vio más necesitados. La lógica del amor siempre nos resultará desconcertante a los que estamos acostumbrados a guiarnos por la lógica de los mercados.


3. Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos. El Profeta Isaías dice a su pueblo que confíe en el Señor, porque el Señor siempre escucha a los que le invocan. La misericordia de Dios es más grande que nuestros pecados y, si nosotros nos arrepentimos y sabemos pedir perdón, el Señor siempre nos va a perdonar. Los caminos de Dios son distintos de nuestros caminos y sus planes distintos de nuestros planes. Esta frase del profeta Isaías la podemos aplicar también para entender la última frase con la que termina el texto evangélico de este domingo: los últimos serán los primeros y los primeros los últimos. Porque los primeros ante los hombres no siempre son los primeros ante Dios. Dios mira directamente al corazón y da a cada uno según se merece. Aceptemos los planes de Dios y no nos mostremos celosos, ni vanidosos de nuestros planes.


4. Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del evangelio de Cristo. Esto es lo que más le importa al apóstol, según les dice él a sus fieles, en esta carta a los Filipenses. Pablo está seguro de que Cristo vendrá pronto a llevarle con él y está deseoso de que esto ocurra, pero sabe que su presencia en este mundo puede ser aún fructífera para los primeros cristianos de Filipos y esto es los que más le importa a él: el bien espiritual de los cristianos. También nosotros, aunque en circunstancias muy distintas a las que vivió el apóstol Pablo, debemos preocuparnos más por el bien espiritual de los demás, que por nuestro propio beneficio físico. Debemos entender nuestra vida como un instrumento al servicio de Dios, al servicio del evangelio de Cristo. Esto no nos va a resultar siempre fácil, pero así debemos intentarlo.

Betania

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