Ayer hablé por teléfono con Doris de Copiapó. Ella vivía en la Población Pintores de Chile. Perdió su casa con los aluviones.
Estuvo varios meses en un hotel que estaba pagando el gobierno para 70 personas damnificadas. De repente el gobierno dejó de pagar y los dueños del hotel los obligaron a salir. Doris comenzó a arrendar una casa con su dinero, pues de la Intendencia le dijeron que recibirían un bono de arriendo mientras se gestiona el subsidio para la casa definitiva. Ya deberían haberle depositado, pero no tiene dinero en su cuenta. El arrendatario ya la está urgiendo para que pague. Doris está comenzando a angustiarse.
Antes de ayer hablé con Patricia. Ella también perdió su casa con los aluviones. Actualmente vive con su esposo, sus dos hijas, yernos y varios nietos y nietas en unas casas rodantes que prestaron las mineras para los damnificados. En total son ocho familias que viven en estas casas rodantes. El comedor lo tienen a la intemperie, por lo cual han pasado mucho frío estos días. De hecho, algunos niños se han enfermado. En las últimas semanas los han estado presionando para que abandonen las casas rodantes. El P. Guido intervino para que no los sacaran, pero la presión continúa. Ellos no tienen a dónde ir. Algunos piensan volver a las carpas en los cerros. Patricia está desesperada. Se siente completamente abandonada.
Es triste ver la ineficacia, burocracia e insensibilidad de la gente de la Intendencia de Copiapó. Tratan a la gente como un “cacho” y no como ciudadanos y, menos, como hermanos. En estos momentos intentan sacarse de encima un problema, sin medir las consecuencias que sus decisiones tienen en las personas. No ha habido capacidad de comprender más a fondo lo que las personas damnificadas han sufrido y están sufriendo.
Una vez más lo importante son los resultados, los números, mostrar avances, hacer que parezca que la situación está controlada. Las personas concretas… son lo menos importante.
Alex Vigueras Cherres ss.cc.
SS:CC: CHILE
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