Los curas de las villas de Buenos Aires acompañan a sus parroquianos hasta el país vecino. Pobres al encuento de Francisco
ALVER METALLIBUENOS AIRES
A los millones de paraguayos dispuestos a concentrarse en los lugares que visitará el Papa argentino, se sumarán miles de argentinos que cruzarán la frontera en los próximos días. Un millón y medio, según las previsiones un tanto alarmistas de las autoridades migratorias del Paraguay. Éstas se preparan para hacer frente a la avalancha de sus vecinos con cierto temor de que los instrumentos dispuestos para ordenar el histórico flujo no estén en condiciones de soportar la presión y terminen colapsando. Entre los argentinos que viajan hay varios cientos de habitantes de las villas de Buenos Aires y sus alrededores, una denominación que puede provocar confusiones, porque tienen muy poco de villa y mucho de bidonville. Gente humilde, pobre en muchos casos, acostumbrada a vivir “en el fondo de los barrios donde corto es el salario pero grande es el amor”, como canta Mario Cabrera, un genuino representante de esta gente, en “Me voy con los curas de la villa”. Los curas de las villas, Totó, Charly, Eduardo, Pepe y otros muchos, encabezarán la migración de sus fieles hacia el Paraguay para esperar la llegada de Francisco. La relación con el padre Bergoglio no se interrumpió en estos dos últimos años: mails, cartas, llamadas telefónicas, mensajes a través de intermediarios y algunas visitas furtivas a Roma. Pero sus parroquianos no han visto a “su” Bergoglio desde el lejano marzo de 2013, cuando se fue de Buenos Aires con destino a Roma con su valijita en la mano, y no volvió más.
Qué significa el viaje para la gente pobre de la villa se puede observar aunque no es tan fácil de contar. Desde La Cárcova, en la periferia de Buenos Aires, partirán 120 personas el mediodía del miércoles 8 de julio para unirse a la caravana de tres colectivos de la Villa 21 y encaminarse todos juntos hacia el norte. Recorrerán 1.200 kilómetros cruzando las provincias de Entre Ríos, Corriente y Misiones y después 300 kilómetros más hasta llegar a Asunción. Algunos dejan a cargo de un familiar a los hijos o nietos que no pueden llevar, por razones económicas o porque están separados del cónyuge y no cuentan con su consentimiento. Otros tienen lágrimas en los ojos porque no pueden perder ni siquiera un día de trabajo y hacen falta dos para llegar a Asunción y volver a Buenos Aires. Otros no tienen documentos y el tiempo no alcanzan para regularizar su situación. Hace muchas semanas que están vendiendo billetes para sorteos por diez pesos -un dólar u 80 centavos de euro. La rifa, como se la llama en Argentina, sirve para juntar un poco de dinero para el viaje. Después dependerán de la generosidad de algún benefactor y de la solidaridad de las parroquias paraguayas, que abrieron las puertas de las familias para recibirlos.
El padre Pepe di Paola quiere que sea una verdadera peregrinación y ha hecho todo lo posible para que lo comprendan durante las reuniones para preparar el viaje. “Volveremos del Paraguay con la estatua de la Virgen de Caacupé, la patrona del Paraguay, para entronizarla en las dos parroquias de la villa donde hay más paraguayos”. Y mientras él está hablando al pueblo de la villa, el sol frío del invierno ilumina las casas y las construcciones precarias. Gonzalo murió anoche y hay que organizar el velorio. En el barrio Independencia hubo una balacera pero todavía no dijeron nada en los informativos y nadie sabe quién estuvo involucrado. En la capilla de Luján ordenan los bancos para la misa porque hay siete bautismos. Los templos evangélicos diseminadas en la villa también abren sus puertas. Los vendedores de droga al menudeo están ocupando su lugar fijo en la calle donde ofrecen la “merca”. El ambiente se ha vuelto “pesado” en las villas de León Suárez y los métodos, duros. Hace poco arrestaron a un comisario que junto con otros policías dirigía una red para cobrar dinero a los vendedores y narcos a cambio de protección. “La droga avanza y no se detiene”, gritó el Papa en marzo durante una entrevista inédita a la revista de la villa, La Cárcova news. “Lo que más me preocupa es el triunfalismo de los traficantes. Esa gente canta victoria, siente que ha ganado, que ha triunfado”. Y si los encargados de impedir que entren en el territorio trabajan para ellos, ¿cómo no estar de acuerdo?
Ya planearon tomar una foto antes de partir hacia el Paraguay con la caravana de villeros argentinos que, si todo va bien, tendrá veinticuatro horas de viaje. Quieren enviarla al Papa por mail antes que suba al avión con destino a Ecuador. Han pensado reunirse temprano en la capilla El Milagro, repartir a cada uno un puro cubano (un auténtico cigarro Partagas que viene de la Isla) y posar todos juntos delante del fotógrafo. Irá con una dedicatoria: “Buen viaje a Cuba Papa Francisco. Nos vemos en Paraguay dentro de una semana”.
Vatican Insider
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