El verbita Benigno Beltrán devuelve la dignidad a los desheredados de Tondo, el barrio de Manila que alberga uno de los basureros más grandes del mundo. Y construye una Iglesia “green”
PAOLO AFFATATOHay algunos que creen que el infierno en la tierra puede convertirse en un paraíso, con la gracia de Dios. Y que “Dios habla a través de los pobres. Se va entre los pobres no para salvarlos, sino para salvarse a uno mismo”. Benigno Beltrán, sacerdote filipino de los Misioneros del Verbo Divino, es uno de esos sacerdotes de frontera que ha dedicado su vida a la gente de las periferias: a los desheredados, a los desesperados que viven en la basura. En 1987, Beltrán estableció su base en Tondo, el barrio de Manila en el que más de un millón de personas vive en estructuras improvisadas. Tondo es una zona cuyo centro económico y social está en las llamadas “smokey mountains”, las montañas humeantes de basura en descomposición que llenan Payatas, uno de los basureros más grandes del mundo.
La gente de Tondo aprendió a compartir y a sobrevivir en la basura y, gracias a las 15 mil toneladas de deshechos de Payatas, ha desarrollado una floreciente economía del reciclaje. Grandes y pequeños seleccionan la basura para revender por poco dinero objetos de plástico, vidrio o metal. Una vida degradada, compartida con gaviotas y perros callejeros, que significa envenenamiento con gas y enfermedades, además de la fácil caída en la criminalidad y en la prostitución.
Por ello, la parroquia de la arquidiócesis de Manila que se encuentra en Tondo está dedicada a la Resurrección de Cristo. La Iglesia ofrece a los pobres y a los desesperados la esperanza de una vida mejor y el anuncio de la dignidad de hijos de Dios. Benigno Beltrán, párroco en Tondo, cree finalmente que esa resurrección proclamada en el altar puede y debe convertirse en la vida cotidiana para los hombres, mujeres y niños condenados a una vida de rechazados, de deshechos humanos.
El sacerdote puso en marcha un proyecto para transformar las “smokey mountains” en “Silicon mountains”. Gracias a la ayuda y a la colaboración con una universidad pública, cientos de jóvenes pobres de Tondo, siguen cursos de formación profesional para adquirir competencias informáticas y reinsertarse en el tejido social y en el empleo.
Gracias a estas competencias, los jóvenes han establecido una relación con una sociedad alemana para comenzar un proceso de extracción de metales preciosos pesados del basurero, y nacieron pequeñas empresas y cooperativas artesanales que utilizan materiales reciclados o desarrollan procesos de para hacer composta.
Además, con la aprobación y la bendición de la Arquidiócesis de Manila, el verbita está promoviendo una red solidaria que vincula las cooperativas agrícolas de siete parroquias de la diócesis, incluida la de Tondo, en un circuito de apoyo recíproco y en la óptica de eliminar desperdicios alimentarios. Sin contar con el uso de instrumentos como microcréditos que han permitido a los pequeños agricultores evitar los abusos de los usureros.
Todo partiendo de una vasta obra de sensibilización de la comunidad que ha contribuido a educar, organizar y responsabilizar. Partiendo de una base de formación espiritual y de los valores del Evangelio, Beltrán ayuda al pueblo de su parroquia “a volver a encontrar el respeto de sí y la esperanza de una vida nueva, lejos de los abismos de la marginación”, indicó.
En treinta años de intensas actividades pastorales y sociales, constantemente estimuladas por Beltrán, Tondo volvió a nacer y ha cambiado rostro, según dicen los residentes. Gracias a Beltrán, los temas y las buenas prácticas de la inclusión y del desarrollo para todos, que no descarta a nadie ni nada (típicas de la predicación de Papa Francisco), desde hace años circulan en la periferia de Manila.
Lo demuestra también el último proyecto que, cronológicamente, le ha valido el sobrenombre de párroco “green”: hace 15 años Beltrán soñó una Iglesia completamente eco-compatible: así emprendió la construcción del nuevo edificio que, a pesar de las dificultades para recaudar fondos, procede con buen ritmo y están apostando por su inauguración dentro de un año.
La nueva Iglesia está construida con bloques de deshechos reciclados y materiales bio-compatibles, funciona gracias a paneles solares y sistemas de canalización y recopilación de agua de lluvia, además de especiales sistemas servicios higiénicos que transforman los deshechos orgánicos en composta. Utilizará difusores para la circulación del aire y solo energías renovables, para una que sea absolutamente sostenible y respete el medio ambiente.
El enfoque de Beltrán, explicó a la oficina de Justicia y Paz de los misioneros Verbitas, es “comprometerse en la transformación de las estructuras injustas de la sociedad, promoviendo la dignidad humana y la defensa del medio ambiente”. Con la certeza de que el “hombre pone solo sus cinco panes y dos peces, y luego Cristo, con su gracia, hace lo demás”
Vatican Insider
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