Thursday, November 01, 2007

Cien mil años honrando a los muertos

Ante la festividad de Fieles Difuntos
Los hombres llevamos 100.000 años celebrando ritos funerarios, como lo demuestran las primeras sepulturas datadas en la época del Neanderthal. Además de la cultura cristiana, que celebra en noviembre el Día de los Difuntos, judíos, musulmanes, budistas, hindúes, sintoístas y animistas ofrecen diferentes respuestas al misterio de la muerte. Aunque honrar a los muertos no es exclusivo del hombre religioso, como recuerda Mircea Eliade, historiador de las religiones, para quien el hombre profano de la sociedad actual no se ha liberado de los comportamientos religiosos, así es como se honra a los muertos en el mundo:
EL JUDAISMO
En el judaísmo existió siempre la idea de que el hombre no es inmortal ('Regresarás al polvo de la tierra, porque del polvo de la tierra has venido', Génesis 3:19). De ahí que a los muertos se les entierre en fosas y en cementerios judíos, pues está prohibida la cremación o la incineración. En el momento en que el alma abandona el cuerpo, los presentes deben pronunciar una oración, el 'Shemá Israel', así como la plegaria 'Tziduk Kadin'. No debe dejarse el cuerpo solo hasta el entierro, que debe realizarse lo antes posible, y esta prohibido transportar el cadáver durante el 'Shabat'. Se deben seguir una serie de rituales para la correcta sepultura del difunto: Antes del entierro deberá ser lavado y amortajado. La túnica es de color blanco desde una tradición que data de la Edad Media y simboliza pureza y arrepentimiento. Sólo en Jerusalén el muerto debe descansar directamente sobre la tierra. Para el resto de los casos los judíos son enterrados en ataúdes. Muchos tratan en vida de hacerse con tierra de la Ciudad Santa, que se colocará bajo su cabeza o sobre sus ojos el día de su sepultura. Durante el velatorio, los parientes deben ayunar durante un día y posteriormente otros familiares y amigos les llevarán comida, pues se considera impura la de la casa donde ha fallecido una persona. Después se celebra un banquete para poner fin al funeral. Si la pérdida es de un familiar cercano, se rasgan las vestiduras y se cubren la cabeza con cenizas. También es tradición dar siete vueltas alrededor del féretro, y los familiares tienen prohibido trabajar durante los primeros siete días de duelo. Al año se coloca la lápida en el cementerio.
EL SINTOISMO
Los japoneses honran a sus muertos desde el 13 al 15 de agosto, el Día de O-bon o de Difuntos, unas jornadas en la que las familias niponas, armadas de faroles y linternas, salen a las calles en busca de los espíritus de sus ancestros para que vuelvan durante esos tres días a sus casas. La festividad, sencilla, emotiva y, curiosamente, alegre, es uno de los períodos vacacionales más tradicionales en Japón. El rito, asociado al budismo, se ha convertido en una tradición cultural nipona que en muchos casos va más allá de las prácticas de cada religión. Las familias acuden a los cementerios, salen a la carretera para buscar a sus ancestros y posteriormente se reúnen en una vivienda en la que preparan un altar donde una berenjena, que simboliza una vaca, ayuda a los difuntos a encontrar el camino al hogar. En la casa, los niños encienden incienso y juegan divertidos, mientras los mayores muestran un mayor respeto y se arrodillan para hacer sus ofrendas, con flores, agua y hojas de loto, ante un altar lleno de comida y fotos. El luto dura siete semanas desde el funeral, día en el que se incinera al fallecido vestido de blanco -color de los muertos-, y finaliza cuando se depositan las cenizas en la tumba.
LOS HINDUES
En el hinduismo, el cuerpo se considera sólo un instrumento para contener el alma, por lo cual el cadáver no es considerado sagrado, ya que el alma lo ha dejado. Los cuerpos se incineran para cortar los lazos del alma que residía en el cuerpo y facilitar su salida al otro mundo o a su reencarnación. Las celebraciones funerarias hindúes se llaman 'Antim Sanskar', que significa 'los últimos ritos', y el color de luto es el blanco. Se cree que, si un cadáver no es incinerado, el alma del muerto no recibe salvación y se queda intranquila entre tierra y cielo, lo que se considera peor que estar en el infierno. Tras la incineración, las cenizas del muerto se vierten en los ríos sagrados para que vuelvan a su creador. Cada año la India celebra 15 días de homenaje a sus muertos, un periodo llamado 'Shradh' (que cae entre septiembre y octubre, según el calendario lunar seguido por los hindúes), en el que se hacen ceremonias religiosas para rezar por el bienestar del espíritu del difunto. Durante ese periodo, es costumbre no comprar cosas nuevas. El hinduismo cree que cada ser humano tiene un total de siete vidas.
EL ANIMISMO AFRICANO
La muerte física interpretada como el final de la vida es un concepto desconocido en la 'religión africana', basada el animismo y la comunión con los antepasados. Para los zulúes, xhosas -las dos tribus más populosas de Sudáfrica- y otras comunidades nativas, la gente no muere sino que 'se duerme', 'guarda silencio', 'sigue su camino' o 'va a reunirse con sus ancestros'. Esta creencia es subrayada por la costumbre de sepultar a los muertos con sus posesiones terrenales más preciadas -lanzas, mantas, vajilla personal- para que puedan utilizarlas en el 'mundo de las sombras', como así también la colocación de diferentes granos de cereales en las manos del fallecido para que pueda 'sembrar' en el más allá. La única posesión que no es sepultada con 'el que ha partido' es su copa (calabaza en las áreas rurales) preferida para beber cerveza, que éste 'deja detrás intencionalmente' para que sus familiares la utilicen luego en las ceremonias de remembranza, que recalcan la concepción de que la vida es perpetua. El rito principal es el sacrificio de un toro, si el fallecido es el jefe de la familia, o una vaca, en el caso de una mujer. El animal es purificado primero por el 'sangoma' (curandero) que utiliza una mezcla de 'hierbas sagradas' y agua. El hombre de mayor edad o jerarquía de la familia tiene a cargo la ceremonia y, tomando a la bestia por los cuernos, recita varias veces 'esta es tu comida. Es sacrificada por ti. Te rogamos, vuelve y vela por tus hijos. Este es un día de celebración, lo festejamos en tu honor'. El animal es luego desangrado hasta morir de un lanzazo en una arteria principal. Amigos y familiares comerán en un festín la carne del animal, cuyos huesos son quemados y sus cenizas esparcidas dentro del predio familiar.
LOS MUSULMANES
El Corán tiene más de mil versículos dedicados a la vida después de la muerte, considerada como un momento en el que el alma abandona el cuerpo de la persona y un simple paso que conduce hacia el purgatorio y la posterior resurrección. Antes de entrar en esa nueva etapa el difunto ha sido lavado un mínimo de tres veces, habitualmente por personas de su mismo sexo, salvo en el caso de los niños pequeños y de los esposos, y envuelto por completo con una o dos sábanas. El rezo de una oración por el fallecido es una obligación para los musulmanes y se lleva a cabo fuera de la mezquita, en un lugar acondicionado especialmente para ello, conocido en árabe como el 'Musallah'. El término islámico para el luto, expresado con el color blanco, es el 'hidaad', y el Corán dicta que las mujeres no deben extenderlo más de tres días, a excepción de que se trate de su marido, en cuyo caso éste dura cuatro meses y diez días, durante los cuales a la viuda no se le permite dormir fuera de la que era la casa conyugal.
LOS BUDISTAS
La fiesta más similar al Día de Todos los Santos es el 'Qingmingjie', conocido como el 'Día de la Claridad Pura' o 'Día de Barrer las Tumbas', y fecha en la que los chinos suelen ir a sus cementerios para dejar ofrendas a sus antepasados y limpiar y decorar sus sepulturas. La fiesta se celebra a principios de abril, normalmente el día 5 (aunque a veces varía un poco la fecha para que coincida con un fin de semana). En esas fechas es típico quemar en los cementerios o cerca de los templos el llamado 'mingbi' ('dinero de los muertos'), billetes de broma sin ningún valor legal pero que, según la creencia, al ser incinerados llegan al otro mundo y los seres queridos que están allí los pueden gastar en lujos. Además de estos billetes, se pueden quemar autos de papel, casas y electrodomésticos de cartón y otros objetos para hacer más fácil la vida de ultratumba a sus familiares.

Fuente: El periodista Digital

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