Friday, July 11, 2008

Una fe recia


Leo esta mañana en la vanguardia unas declaraciones de Ingrid Betancourt en la que habla de su fe y donde dice: “tenía una fe de rito y ahora tengo una fe de testimonio". "No puedo más que dar testimonio de lo que he vivido. Para mí la Virgen no es sólo una imagen. Estuvo conmigo en cada instante y sigue estando….Las lecturas de la Biblia en cautiverio -las que más le conmovieron- eran los pasajes sobre la Virgen, y en particular los diálogos con Jesús en las bodas de Caná.”

Una mujer de una fe robusta, que no puede dejar de contar lo que ha visto y oído, lo que ha vivido: su experiencia de fe, y cómo ésta no es ni el opio del pueblo ni una alienación, ni una quimera, sino una fuerza, una razón de ser, una realidad “palpable” dentro de la oscuridad que supone no ver ni sentir con los sentido “humanos”, pero sí con el sentido de la vida, con todo el ser.

Ya decía el obispo de Hipona “Fe es creer en lo que no se ve y la recompensa es ver lo que uno cree”.

Seguramente Jesús diría de ella: “Mujer, que suceda según tu fe”… o “Mujer, qué grande es tu fe”…

Sin duda la fe fue la luz interior que transformó su mirada interior y la hizo esperar contra toda desesperanza. Y es que Jesús decía que si tuviéramos la fe como un grano de mostaza, diríamos a un monte que se trasladara, y nos obedecería… Al contemplar a estos “gigantes de la fe” uno no puede menos que decir: “Señor, creo, pero aumenta mi fe”.
Uno dice: ¿cómo es posible que con tanto sufrimiento, y durante tanto tiempo, no se haya desesperado? Gandhi decía que la en la fe verdadera, no hay espacio para la desesperación, y que la fe es la que nos dirige a través de océanos turbulentos del mundo.
Cuando tenía 18 años, recuerdo que leí un libro, que nunca más vi, ni recuerdo su autor, sí se que era alguien que había sido torturado en Argentina, y el título del libro era: "Orar hasta la libertad". Me hizo mucho bien. Entonces comprendí que la oración confiada es un camino de liberación, primero interior. Es una fuerza que nos hace esperar, confiar, no deseperar y ser libres con una libertad que nada ni nadie nos puede arrebatar.

Que María, la Mujer creyente, que supo peregrinar en el claroscuro de la fe, nos sostenga en el camino del seguimiento de Jesús y sea la fortaleza de Ingrid y de cuántos la invocan con confianza


Sor Lucía Caram O.P
Del blog "Sintonía Cordial"
El periodista Digital

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