Moisés respondió:- Aquí estoy. Dios le dijo: - No te acerques; quítate las sandalias, porque el lugar que pisas es sagrado.
Lejana en tiempo y espacio a la escena evangélica, tan sólo 14 kilómetros más allá del centro de Madrid, serpentea la Cañada Real Galiana. ¿En qué se relaciona este complejo parque temático de la exclusión con Moisés y sus ovejas? Ciertamente no es sencillo entrever un digno pasado de trashumancia y pastoreo en el pseudoasfalto actual. Tampoco los montículos apelmazados de basura parecen postularse como réplicas del monte de Dios, ni las hogueras siempre activas llamando al ritual del chute sugieren a primera vista el exotismo de la zarza milagrosa. Sin embargo, cuando uno se acerca algo más para comprobar por qué en este desértico lugar no acaba nunca de consumirse la esperanza, el Señor acostumbra a hacerse presente desde una de las numerosas hogueras diciendo: “- Todo este confuso mundo que ves con yonkis, policías, abuelas, voluntarios, políticos, inmigrantes y medios de comunicación es hoy uno de mi templos predilectos. Quítate inmediatamente esos zapatos tan modernos y transpirables que me llevas puesto, ¿no te das cuenta de que el lugar que pisas es realmente sagrado?”.
Cuentan que la Cañada Real Galiana vive hoy una curiosa paradoja: Mientras los niños cumplen con el antiguo deseo divino a rajatabla, caminando descalzos entre agujas de muerte, al Señor se le ha escuchado cambiar el discurso exigiendo calzado para ellos. Serán manías de Dios, que estima lo sangrado muy por encima de lo sagrado.
Luis Carlos
Jesuitas de Castilla
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