Sunday, December 07, 2008

La homilía de Betania: PREPARAR EL CAMINO INTERIOR PARA QUE JESÚS HABITE EN NUESTRO CORAZÓN

Por José María Martín OSA

1- Tres personajes significativos nos hablan en este tiempo de Adviento: el profeta Isaías, Juan el Bautista y María. El primero, Isaías, había profetizado la venida del Mesías. Alguien le ha llamado “el evangelista del Antiguo Testamento”, por su mensaje cargado de esperanza y liberación. Isaías había anticipado también la llegada de “la voz que grita en el desierto”. La misión de Juan el Bautista era proclamar el evangelio de la gracia de Dios, bautiza con agua con el fin de introducir a Jesús en su ministerio. Juan estuvo bautizando con agua en el río Jordán, bajo el requisito de confesar los pecados, o sea, “el bautismo de arrepentimiento”. Prepara así el camino del Señor…. María, la llena de gracia, era la persona adecuada para acoger al Salvador, estaba preparada desde el principio y esperó mejor que nadie su llegada, pues lo llevó en su seno.



2- Juan había sido enviado a bautizar con agua, lo cual era un símbolo del arrepentimiento y confesión de pecados. Esto era para preparar bien los corazones para que recibieran a Cristo, quien ya no haría para ellos ninguna obra simbólica, sino una transformación real y completa en sus vidas. Juan no era más que un escalón de transición entre el período de la ley con todos sus simbolismos y la gracia de Cristo, en la cual ya no hay necesidad de símbolos, porque Cristo nos da la sustancia misma de todas las cosas. Juan el Bautista, como precursor de Cristo, y con todo su sistema, se sentía indigno, incluso, de desatar la correa del calzado de Jesús, porque su sistema era nada más una forma de preparar los corazones incrédulos de los hombres, para que con más facilidad recibieran las realidades espirituales que Cristo les ofrecería. Era la tarea de los esclavos desatar y llevar las sandalias a sus amos, pero Juan, en este acto, se reconoció indigno aun de ser el esclavo de Jesús, porque Él era enormemente superior. Juan reconoció que incluso el bautismo con agua que estaba administrando era sólo de carácter transitorio, tendría que dar lugar al bautismo de Cristo, que es con el Espíritu Santo. “Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo”.



3- Significado simbólico del desierto: al encuentro de la vida. Juan el Bautista aparece en este camino siempre duro de la vida. Dice el texto que estaba en el desierto. El desierto, por mucho que creamos, no es un lugar de muerte sino de vida. Algunos predicadores enfatizan lo baldío del yermo olvidando que todo lo que hay en el desierto busca la vida. Lo hacen las montañas de arena que animadas por el viento buscan siempre un mejor acomodo. Los árboles, los animales, las plantas están acostumbradas a vivir en un ambiente más que incómodo, pero son capaces de subsistir con poco, con casi nada, con más ganas que realidades...En el Nuevo Testamento cuando se utiliza la palabra desierto como adjetivo (eremos) en referencia a las personas quiere decir "abandonado", desolado, privado de los amigos y familiares... No es el que se encuentra en soledad, es el que se encuentra alejado de la vida, de los amigos, de lo que te hace vivir... No es de extrañar pues que Juan bautizara en el desierto, en el lugar que por identidad menos agua tiene. El agua es el símbolo de la vida y la buena noticia es precisamente que la vida puede florecer incluso en los lugares y situaciones más contrarios a la misma. En los momentos de dificultades y problemas... recuerda el desierto de Juan el Bautista... ¿Qué situaciones de desierto existen en tu vida?



4- Una tarea: preparar nuestro corazón para que esté expectante ante la venida de Jesús a nuestra vida. Juan decía a la gente que "debían de convertirse a Dios". Convertirse significa cambiar nuestra manera de pensar, cambiar de actitud y convertirse a Dios. En el fondo la vida de todo ser humano transcurre en la aridez del desierto, de la vida que lucha y el agua generativa de Dios. La Palabra nos describe a Juan adornado con muy pocas cosas materiales. Simplemente nos habla de su vestido y de su pobre comida. Mientras las narraciones bíblicas nos describen el poder material de muchos, nuestro Juan es citado como el que apenas tiene lo imprescindible para poder subsistir. Buena enseñanza para nosotros que nos creamos tantas y tantas necesidades... Creo que para Juan lo que de verdad le importa es permanecer en Dios no tener las cosas que la vida nos ofrece. Es bueno y legítimo el aspirar a ser más. Es cristiano equilibrar la resignación con la lucha por la superación diaria. Estancarse es morir pero superarse para crear envidias y odios es peor. El Bautista se humilla en su poder mientras que otras personas lo que hacen es humillar a otros con su poder. Termina el Evangelio diciéndonos por palabras de Juan que el agua se convertirá en Espíritu Santo. Lo material se unirá a la realidad de Dios. Buen anuncio para la Navidad donde la carne se une a Dios para formar una sola realidad. Dios tomó nuestra carne para el desierto de nuestra vida se llene de vida cada día, en cada instante. No sé si nuestros corazones estarán tan abiertos para experimentar no los ecos vacíos del desierto, sino la presencia amorosa de Dios que se hace hombre para salvarnos...


Lo que nos deja el adviento es la espera confiada en que nuestro corazón estará si no convertido, al menos expectante para que Jesús nazca en él.

¿Por qué crees que cuesta tanto el proceso de conversión interior?

¿Cuáles son tus actuales mayores obstáculos para que Cristo nazca en tu corazón?

¿Qué debes hacer para superarlo?

¿Qué lugar ocupa la esperanza en tu vida?

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