Tuesday, December 09, 2008

Lecturas del nombramiento de Cañizares



El cantado nombramiento de Cañizares para prefecto de la Congregaciòn del Cultro Divino y para la disciplina de los sacramentos, tiene, en mi opinión varias lecturas.

En primer lugar revela el extraordinario poder en los nombramientos de Antonio Rouco Varela. “No hay nombramiento que no pase por sus manos”, me confirmaba recientemente una persona muy próxima a la curia romana.
El protagonismo del que ha hecho gala en los últimos años monseñor Cañizares, reclamando para sí una autoridad nacional de primado, una figura en desuso, molestaba sin duda al arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, que se hacían competencia a ver quién daba más palos al gobierno. Hasta el punto que Rouco llegó a corregir en público algunas aseveraciones sobre Educación para la Ciudadania de Cañizares.

Por otra parte parece cierto que el Vaticano, gracias a los buenos oficios del embajador ante la Santa Sede, pidió a Rouco que se entendiera mejor con el gobierno. De modo que el nombramiento responde al famoso dicho: promoveatur ut removeatur: “ascenderlo para quitarlo”. En ello entra también la polemica sobre la Cope, sin duda.

La tercera lectura es que desde luego Ratzinger es amigo de Cañizares de sus tiempos de prefecto para la Doctrina de la Fe y que necestia un perro guardián para la liturgia, uno de los temas predilectos de Benedicto XVI.

Por tanto los socialistas se quitan de en medio un Savonarola, en mi entender más simple y menos retorcido que su oponente, aunque más zumbón. Rouco, duplicidad de cabeza ante la opinión pública. Con ello ¿gana Cañizares? De momento pierde al menos en presencia pública, pues su cargo romano va estar muy mediatizado por la curia. Pero, ¿volverá cuando en Madrid haya sede vacante? Dios dirá. Si es que Dios nuestro señor se ocupa de estas cosas.
Pedro Miguel Lamet sj
Del blog "El alegre cansancio"

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