Friday, December 19, 2008

Meditando con los santos y beatos del día: S. URBANO QUINTO



Hoy 19 de diciembre la iglesia celebra la fiesta de SAN URBANO V (Guillermo de Grimoard, nombre de familia), en el aniversario de su tránsito a Dios ocurrido en un día como hoy del año 1370 en Avignon, Francia. Nacido el año 1310 en Grisac, región de la Provenza, en Francia, fue religioso de la orden benedictina, y agregado a los cluniacenses. El año 1361 fue elegido Sumo Pontífice. Sus restos fueron sepultados en la Basílica de San Víctor en Marsella en un monumento que se convirtió en un centro de peregrinaciones y que fuera destruido en tiempos de la revolución francesa. En 1870 el Papa Pío IX confirmó su culto. Unidos, pues, a la Iglesia universal, brindemos nuestro cálido aplauso a San Urbano V, Papa.


Meditación


QUERIDO SAN URBANO V: Recordar tu vida es ver "al más simpático de todos los papas de Avignon", como afirman tus biógrafos. Luego de cursar estudios en las universidades de Montpellier y Tolosa, en Francia, respondes con un sí al llamado de Dios e ingresas a la orden benedictina. Fue al calor de esta espiritualidad en la célebre abadía de Cluny, que tu alma se fue moldeando cada día más al servicio de Dios. Vas a las Universidades de París y Avignon en donde obtienes el doctorado en derecho canónico, pero Dios te tenía reservada nuevas tareas y desafíos. Los Papas, cautivos en Avignon, Francia, te confiaron diversas misiones importantes, y una de ellas, fue como legado pontificio en Italia. Encargo nada fácil, pero en donde te revelas como un hábil diplomático. Y al año siguiente te cayó lo inesperado. Sin ser nombrado cardenal, fuiste elegido Papa. Pero la fuerza del Señor estuvo sobre ti. Monje austero, al llegar a la corte papal, suprimes el lujo, reprimes los abusos, luchas en contra de la relajación de las costumbres y tratas que la corte pontificia se convierta en un verdadero modelo de vida cristiana. Entregas los cargos eclesiásticos a persona virtuosas, y te muestras sumamente severo con los simoníacos, que hacían un negocio con los servicios espirituales. Pero todavía harías algo que parecía imposible. Con el aliento de Carlos IV de Alemania, santa Catalina de Siena de Italia y Santa Brígida de Suecia, logras que la sede pontificia retorne a Roma. En 1367 dejas Marsella, en contra de la oposición del Rey de Francia y de los cardenales franceses, y el 16 de octubre del mismo año, ingresas en Roma, en medio de las aclamaciones de la gente. Te estableces en el Vaticano, que desde entonces será la sede definitiva de los Papas

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