Wednesday, February 04, 2009

Indignación por el abrazo a los de Lefèbvre

02-Febrero-2009 Atrio

Una semana después de la decisión del Papa de levantar la excomunión a cuatro polémicos obispos de la lefebvriana Fraternidad San Pío X, el teólogo Hans Küng -crítico con el Vaticano- habló al respecto con la emisora Deutschlandfunk. ¿Qué es lo que le ha hecho a Küng reaccionar tan duramente contra el antiguo colega que empezó su reinado invitánole a comer? Algo muy gordo sin duda, de lo que informa extensamente Horacio Verbitsky desde Argentina.


Entre los cuatro obispos nombrados por Lefebvre a los que el Papa levantó la excomunión se encuentra Richard Williamson, quien hace apenas pocos días opinó en la televisión sueca que no hubo cámaras de gas en los tiempos de Hitler. Da la impresión de que el Papa rehabilitó a un negador del Holocausto. Algo que muchos católicos alemanes no pueden comprender. Luego, Williamson pidió disculpas al Papa por las molestias causadas. Thomas Armbrüster, de la emisora alemana Deutschlandfunk, le planteó la pregunta a Hans Küng, teólogo de Tubinga, quien desde hace años está en conflicto con el Vaticano.


¿Termina con eso la polémica?

Hans Küng: De ninguna manera. Williamson no se disculpó con aquellos con los que debía disculparse, los judíos, sino con el Papa. Y eso también de forma vaga. Por lo demás, no se trata sólo del tema del Holocausto, sino de todo lo relativo al Concilio Vaticano II, con el cual esta Fraternidad Pío X no se declara conforme en puntos esenciales, como la libertad religiosa, el decreto sobre los judíos, sobre el ecumenismo y otras cosas.


¿Cómo se explica todo este asunto, por qué levantó el Papa la excomunión de este obispo lefebvrista?

Él dice naturalmente que quiere contribuir a la reconciliación. Pero, si ese hubiera sido su primer objetivo, podría haberse reconciliado primero con los teólogos de la liberación latinoamericanos y otros teólogos reformistas. Para él, en lo sustancial, se trataba de reconciliarse con esta gente, por la cual siente de algún modo una secreta simpatía, porque son personas afines a la Iglesia pre-conciliar, a la liturgia pre-conciliar. En este sentido, es una provocación para la Iglesia Católica que el Papa haya acogido precisamente a estos obispos cismáticos en el día en que 50 años atrás se convocó el Concilio, en lugar de pronunciar un discurso en homenaje a Juan XXIII, quien lo convocó.


¿Por qué no previó que iba a ser una provocación? ¿Fue simplemente mal aconsejado?

No, no fue simplemente malaconsejado, aunque naturalmente eso también ocurrió. (…) A todas luces ha perdido en gran medida el contacto con el exterior. Él lo ve todo desde las ventanas del Vaticano y no puede imaginar qué efecto causa en los católicos de todo el mundo el hecho de que en semejante fecha haya acogido a esos obispos que siguen estando contra la libertad religiosa, contra la mejora de las relaciones con las Iglesias evangélicas, contra los judíos, contra los musulmanes y que no aceptan las reformas del Concilio Vaticano II. En resumen: ¿Cómo se puede aceptar a esa gente, si no se identifica en lo más mínimo con el Concilio?


¿Diría Ud. que el Papa Benedicto XVI está a la altura de su cargo?

No se puede decir que esté haciendo una figura particularmente feliz, pienso yo. Nosotros participamos juntos en el Concilio Vaticano II y, como Ud. sabrá, él también estuvo tres años después en Tubinga. Por ese entonces era muy diferente y abierto. Y también me alegró mucho que poco después de su elección hayamos podido sostener una conversación de cuatro horas en Castelgandolfo, en una atmósfera muy cordial. Yo esperaba que siguiera actuando de la misma forma más adelante, pero no fue así. Todavía estamos esperando algún osado acto de reforma con respecto a los divorciados, a las mujeres o a los evangélicos. Pero nada ocurre. En cambio, se ocupa de este grupúsculo que no tiene relevancia para la totalidad de la Iglesia con sus cerca de mil millones de personas, de ese par de miles que se aferran a la antigua liturgia.

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