El espíritu de Asís llena Compostela

Cuenta María Cedrón en La Voz de Galicia que Casas Reais está colapsada. Fran, Juan y María aguardan en primera fila. Los tres van en carrito porque el trío únicamente ronda el año. Mueven los brazos con ímpetu, al ritmo del Laudato sie, mi' Signore . El Cántico de las Criaturas lo entonan los centenares de jóvenes que van concentrándose a sus espaldas. Frente a ellos un fraile hace ondear una bandera. Impresa en ella está la «tau», la letra griega que identifica a los franciscanos; el Cristo de San Damián, el que habló con San Francisco el día en el que este encontró su vocación; y una flecha amarilla y una huella, en referencia al Camino. La bandera anuncia la celebración del segundo encuentro europeo de jóvenes franciscanos. El primero fue en Asís en el 2007. El segundo es en Compostela porque, supuestamente, el fundador de la orden también fue caminante.

Pero no es la única insignia. A lo largo de la calle van cruzándose, en acompasado movimiento, las de Lituania, Polonia, Eslovaquia, Portugal, Italia, España, Alemania... hasta un total de quince. Son los Estados de los que proceden los 1.100 jóvenes que han acudido al encuentro.

Ahí, entre una multitud donde se mezclan los hábitos marrones con los pantalones de deporte e incluso las minifaldas, se encuentra Domenico. Viene con un grupo de Benevento, en el área italiana de Nápoles. También está Peter, que viene de Rumanía, o un joven fraile, que no monje, llamado Genaro, que llega desde Sevilla. «Los monjes no son frailes. Los primeros se dedican a la oración y nosotros hacemos también otras cosas», explica.

Ahora, tras dos días combinando tramos de unos veinte kilómetros a pie con otros en autobús, ya están a escasos metros del Obradoiro. Hace calor. Tanto que los abanicos no paran de hacer competencia a las banderas. Un monje también riega con agua al grupo. Cantando y botando los jóvenes atraviesan la plaza de Cervantes, cruzan frente al Seminario y avanzan bajo el arco que da entrada al Obradoiro al ritmo de las gaitas. Es el momento de los abrazos, los aplausos, de colgar las cámaras digitales en las muñecas para hacer, una tras otra, fotos de grupo para todos. Es el colofón de una peregrinación que, al parecer, hizo San Francisco hace ya cerca de 800 años.

RD